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PAN, el nuevo estilo de definir candidatos

In Botepronto on agosto 20, 2014 at 3:17 am

Mientras en el Partido Acción Nacional las indefiniciones del poder obligan a la invención de métodos para elegir candidatos con pretensiones de cientificidad, en el PRI regresa el estilo de los viejos tiempos: el de “aquí solo mis chicharrones truenan”.

Los panistas realizan encuestas hacia el exterior del partido, tratan de consensuar hacia el interior y, en el colmo de la asepsia, piensan hacer un examen a sus precandidatos para saber como andan de bagaje teórico sobre la delicada tarea de gobernar o de hacer leyes.

En el fondo lo que pasa es que no hay muchos candidatos marquistas, como mandarían los cánones, para fortalecer la recta final del gobierno estatal. Entonces se pretende que los “mejores aspirantes” traten de ganar votos al mismo tiempo que se les induce a guardarle lealtad al mandatario.

El método, en sí mismo, parece contradictorio: si un candidato logra pasar todas esas aduanas, si lo señalan las encuestas, si sus conocimientos son sólidos, si consigue respaldos mínimos de las corrientes, la lealtad saldrá sobrando, se tratará de un candidato que se ha construido a sí mismo.

La decisión de buscar parámetros ajenos al compromiso político y a la consolidación de un proyecto habla mucho de que en estos primeros dos años no se ha logrado integrar un equipo político en torno al gobernador Miguel Márquez, principalmente porque no se ha trabajado en esa línea.

El actual mandatario panista de Guanajuato se parece en muchos de sus tics políticos a Ernesto Zedillo, el presidente que llegó al cargo a causa de un accidente político mayúsculo y que nunca sintió compromiso con el partido que lo llevó al poder.

Sin embargo, a diferencia de Zedillo, Márquez no se ha animado a cortar de tajo con su antecesor, Juan Manuel Oliva, quien permaneció alejado de la entidad mientras buscaba posicionamiento nacional, pero que hoy está de regreso y metido de lleno en la operación política.

El problema es que, incluso si Márquez quisiera desplazar a Oliva, no ha logrado construir un escenario factible para lograrlo. Una posible solución sería la alianza del mandatario con el senador Fernando Torres Graciano, para fincar un proyecto de futuro ante el peso del pasado, pero no ha sido así.

Incluso se ha dado de manera más natural la alianza Torres Graciano – Oliva, que la del senador con el gobernador. lo que dificulta aún más el desplazamiento del exgobernador del escenario local, donde lo veremos aumentando su actividad en los próximos tiempos.

Por otra parte está la propuesta que en buena medida impulsa el dirigente estatal panista Gerardo Trujillo, de llegar a acuerdos con el grupo de La Loma jefaturado por Luis Alberto Villarreal, logrando de paso una alianza con Gustavo Madero. Sin embargo, la desconfianza histórica de Márquez hacia Villarreal, potenciada por el estilo político del sanmiguelense y sus recientes exabruptos, hace muy complicado que cuaje esa propuesta.

De modo que la intención de elegir candidatos “con las mejores características” puede naufragar donde siempre ocurre: en los bajos fondos de las confrontaciones entre los jefes de las muchas corrientes en las que el PAN se ha subdividido en Guanajuato.

Los exámenes y las encuestas toparán, lamentablemente, con los intereses reales, con el futurismo, con los grupos que quieren conservar el poder en el PAN y que seguramente pasarán por encima de los que están viendo la designación de candidatos sólo como una simple asignatura que trajo el tiempo.

Miguel Márquez se verá en la tesitura de aprender, quizá cuando sea demasiado tarde, que el principal ingrediente del ejercicio del poder es la voluntad.

Mañana revisaremos el estilo priista de hacerse bolas.

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