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La pésima gestión del crédito leonés

In Botepronto on diciembre 13, 2013 at 3:44 am

Los municipios ya no tienen dinero para hacer obras transformadores. Que las haga el estado o la federación, depende de muchas circunstancias, incluyendo las políticas.

Para depender de su propia iniciativa, un ayuntamiento debe apostarle a estrategias innovadores, una de ellas es la posibilidad del endeudamiento.

Tomar un crédito, sin embargo, no es sencillo. No por la falta de dinero, pues abundan las instituciones financieras que están urgidas de colocar recursos, sabedoras de que los municipios no quiebran y tienen garantizadas sus participaciones federales año tras año.

La complicación es hacerlo bien, hacerlo responsablemente y aplicar los recursos de manera que su resultante sea un fortalecimiento de las finanzas municipales hacia el futuro, lo que permitiría administrar ese pasivo e incluso continuar utilizando la estrategia del endeudamiento inteligente en futuras administraciones.

Por ejemplo, hoy queda claro que, pese a sus muchos defectos como político, la decisión de Ricardo Sheffield de endeudar a León, matizada también por el Congreso local, fue la correcta, pues le está permitiendo a la administración que le siguió mantener un margen de maniobra para otro crédito.

Teniendo esos antecedentes, no debería haber sido complicado realizar una gestión ágil y provechosa de un nuevo crédito para León, en el monto que técnicamente resultase conveniente y destinado a los proyectos de mayor urgencia social e impacto en la competitividad de la ciudad.

Nada de todo ello tendría que haber sido un tema político, ni mucho menos polémico. Las gestiones entre la alcaldesa priista, el gobernador panista, los diputados de los diferentes partidos y las instancias crediticias, en este caso una entidad gubernamental federal, deberían haber caminado por el camino de la discreción y la construcción de acuerdos.

No ha sido así. Desde un principio, la administración de Bárbara Botello ha elegido el camino del reto político y la polémica pública.

Gracias a eso, el camino para solucionar la solicitud de endeudamiento está empantanada y sometida a un debate donde los razonamientos financieros sucumben constantemente ante la beligerancia partidista.

Si la alcaldesa quería que fuera sí, que se exhibiera el choque entre su gobierno y el PAN en el Congreso y el Ejecutivo Estatal, lo logró con creces. Si lo que en realidad buscaba eran recursos para hacer las obras que podrían hacer trascender a su administración, equivocó el camino.

Pero el peor escenario de todos sería que, en realidad, no supiera cuál era su objetivo, algo que se evidencia con los vaivenes de ásu tactica, donde ha cometido errores como el de anunciar un condicionamiento inexistente de Banobras, que le vino a desmentir el propio titular del organismo; o pasar del ofrecimiento de puentes de diálogo al ataque injustificado, de un día para otro.

Incluso ha llegado a hablar de pecados, en una actitud que evidencia muchas cosas, menos seriedad.

Por lo pronto, Bárbara Botello ha expuesto con claridad su insuficiencia como constructora de acuerdos, una característica a la que debe aspirar cualquier político que busque perdurar y avanzar en un momento como el que viven México y Guanajuato.

Más allá de lo que pase con el crédito, la lección que ya nos deja todo el debate en torno al tema, es que la alcaldesa priista de León sigue sin mostrarse a la altura de la responsabilidad que implica ser la cabeza de una alternancia política. Y de lo demás, ya ni hablamos.

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