Para entender la magnitud de los errores que está cometiendo el alcalde de Irapuato, Sixto Zetina Soto, hay que ir por partes. Sin embargo, lo primero a considerar es que se trata del gobernante del principal municipio del estado en manos del PAN, tras la derrota del año pasado en León.
Zetina tenía la oportunidad de mostrar que la cantera panista no estaba agotada, simplemente contrastándose con la muy previsible ineficiencia de la priista Bárbara Botello. Para ello bastaba que jugara con las reglas del librito: seriedad personal, construcción de consensos, alianza con el gobierno estatal.
No ha sido así. El alcalde irapuatense ha decidido jugar de manera idiosincrática, utilizar su “estilo personal” y enredarse en la pantanosa entelequia de “romper paradigmas”. Eso ya le ha costado caro.
En primer lugar, habría que recordar que Sixto Zetina ganó la elección por una afortunada circunstancia: la no concreción de una alianza PRI- PVEM en Irapuato lo que, en el marco de su alianza estatal, confundió al electorado y propició la anulación de miles de votos cruzados por ambos partidos, que fueron más que los de su magra diferencia sobre el PRI.
En ese sentido, la apretada victoria hacía necesario plantear un gobierno de construcción de legitimidad, moderando las aristas conflictivas de la personalidad del alcalde y buscando crear mayores consensos, para empezar en el PAN, y después con la sociedad.
No ha sido así, como pudo verse en la pelea de perros en que se convirtió la elección del nuevo dirigente del comité municipal del PAN, donde el buen perfil de Andrés Navarro se vio rasurado por las enemistades de Sixto y su enfrentamiento personal con Jorge Estrada Palero.
Por otra parte, la posibilidad de realizar un gobierno que buscara los acuerdos y se alejara del perfil excesivamente partidista, fracasó desde el principio gracias a los encontronazos en el cabildo con los partidos de oposición.
Cualquier proyecto de hacer un gobierno identificado con los ciudadanos de Irapuato se fue al traste cuando Sixto Zetina importó funcionarios como el chihuahuense Alejandro Badia Gándara, a la dirección de servicios municipales, haciendo patente su falta de confianza en los políticos locales.
La posibilidad de hacer equipo con Miguel Márquez desde la gubernatura, quien se la jugó con Sixto al colaborar de manera decisiva en la maniobra que hizo renunciar al candidato ecologista Carlos Meléndez, se diluyó cuando Zetina escogió como gurú a Amaury Alcocer González, el asistente de prensa de la senadora Mariana Gómez del Campo, quien maneja a control remoto muchos hilos de la administración irapuatense.
Finalmente, la opción de hacer un gobierno responsable parece que nunca estuvo entre las prioridades del alcalde irapuatense, quien ha frivolizado consistentemente su imagen y su manera de comunicar, lo que lo ha exhibido en los medios locales y nacionales, no por sus logros, sino por sus exabruptos.
Sin embargo, la administración de Sixto Zetina está empezando a dejar de ser una simple anécdota dicharachera para empezar a convertirse en una complicación real. El joven funcionario está dilapidando a manos llenas un capital político que ya de por sí se vio comprometido en 2012.
El PAN conserva un solo distrito irapuatense y las veleidades de Zetina pueden poner a ese partido en el serio riesgo de perder la alcaldía y entregar ambas diputaciones, con lo que el escenario de la segunda mitad del sexenio podría estar gravemente comprometida.
Para efectos prácticos, el gobernador Miguel Márquez enfrenta en Irapuato una situación aún más delicada que la de León. En ese municipio sabe que tiene una interlocutora de oposición, con la que debe plantear una esgrima permanente, pero en el caso de la ciudad fresera, al contar con un correligionario que se hunde por su propia ineptitud, la situación puede ser doblemente complicada, máxime si se toma en cuenta que la soberbia de Sixto hace muy difícil acudir en su rescate.
Dicen las malas lenguas en el entorno de Márquez, que parece infinitamente más factible que el mandatario logre un entendimiento, así sea coyuntural, con Bárbara Botello, antes que volver productiva su relación con el edil irapuatense. Así están los tiempos de confusos.
Muy bueno, saludos.