La decisión original del gobernador Miguel Márquez de ciudadanizar su gobierno, parece haber sido exitosamente confrontada por el PAN.
Las acciones que resultan más delicadas, en política, son las que no se planean, las que ocurren como resultado de una presión, de una reacción. Aunque la política es el arte de improvisar, en los tiempos actuales eso debe reducirse a aquellos factores que son imprevisibles, pero no a los que se encuentran perfectamente medidos.
Miguel Márquez decidió, en cuanto se supo ganador de la elección estatal de gobernador, que no repetiría esquemas de sus antecesores. Uno de ellos, el de otorgar posiciones a mansalva a los cuadros panistas en el gobierno.
Lo repitió en muchas ocasiones, en público y en privado: “debemos gobernar con la sociedad” afirmaba un Márquez que vio como se perdía León de manera estrepitosa y como se le acercaba peligrosamente su adversario priista.
Sin embargo, hoy puede apreciarse que esa decisión no estaba fundamentada en un razonamiento profundo y meditado, sino más bien en una vaga intuición, en un buen deseo.
Porque, para desplazar al PAN, Márquez tenía que haber ideado un plan de acción que pensara en las consecuencias y, sobre todo, en las muy previsibles reacciones.
Una opción, que hoy puede verse en el diseño federal, hubiese podido ser la de establecer acuerdos con las otras fuerzas políticas. Lo ameritaba la situación en el Congreso, por ejemplo, donde son paritarias las fuerzas conjuntas de la oposición y la del PAN.
Establecer un acuerdo de gobernabilidad, para poder presentar, por ejemplo, iniciativas de reformas conjuntas, en lugar de la fiebre legislativa que ha invadido al titular del Poder Ejecutivo en estos últimos meses, hubiese podido limitar las exigencias del panismo desplazado y también le podría haber dado un mayor margen de maniobra a Márquez.
No ha sido así. La oposición en Guanajuato sigue siendo vista como un obstáculo a librar, como una molestia con la que se debe vivir. Cuando se puede, se le humilla, como ha ocurrido, con la compra de los votos de algunos de sus integrantes. Además, en su disgregación, los opositores han resultado ser fáciles víctimas de maniobras de este tipo.
Sin embargo, la consecuencia ha sido que el gobierno de Márquez regrese a ser rehén del PAN y no de cualquiera, sino de su vertiente más débil y, por ello, la más exigente.
Para poder mantener la política de maniobra que está siguiendo, Márquez requiere de su lado al presidente del partido, Gerardo Trujillo, así como a sus 18 diputados. Pero estos, a su vez, tienen serias exigencias entre sus bases de apoyos de todo tipo, sobre todo, el reclamo de puestos en el gobierno.
Por si algo faltara, el propio Trujillo deberá enfrentar en un año el expediente de su reelección donde, si quiere tener alguna oportunidad, necesita contar con lealtades entre las bases. Y en el PAN de estos tiempos, esas lealtades sólo se consiguen con favores.
Trujillo sabe que los panistas que se dicen leales a Juan Manuel Oliva o a Fernando Torres Graciano, lo eran porque estos les habían conseguido chambas en el gobierno. Si eso cambia, también cambia el destinatario del agradecimiento.
La nueva situación explica el drástico giro que han tomado las cosas en el gobierno de Miguel Márquez, donde se vive una compulsión por darle trabajo a militantes panistas.
La necesidad de propiciar el despido de burócratas, ha llevado incluso al secretario de Finanzas, Juan Ignacio Martín, a reactivar la disposición para liquidar con todas las garantías de ley a quienes decidan separarse de su cargo, como lo estipulaba el decreto firmado por el ex gobernador Héctor López Santillana, vigente hasta el pasado 31 de enero.
El “por única vez”, se vuelve recurrente, en esta ocasión como una disposición administrativa a la que no se le ha dado ninguna publicidad, pero de la que ya tienen noticia los encargados de recursos humanos de todas las dependencias.
Lo delicado es que esta vez no se ha hecho pública una medida que nuevamente sangrará las finanzas del estado para indemnizar a burócratas sin que se presenten conflictos y, con ello, hacerle lugar en la nómina a los panistas que demandan trabajo.
Así, lo que ha ocurrido en la Secretaría de Educación, donde los directores de las Unidades Municipales de Apoyo a la Educación han sido removidos para hacerle lugar a panistas, muy probablemente se repetirá en otras latitudes burocráticas.
Al no haber planeado la inclusión de sus correligionarios en el gobierno, en su momento, cuando hubiera sido natural hacer los cambios, el gobierno de Márquez se pone en evidencia nuevamente y olvida su credo original, de acercamiento con la sociedad.
Ahora, por falta de previsión política, consecuencia de la falta de un plan, hay que dar un golpe de timón que no sólo pone en evidencia la fragilidad del discurso político del mandatario panista, sino que además deja en claro que la improvisación ya no es sólo una respuesta a la coyuntura, sino la marca de la casa.
Pareciera que para curva de aprendizaje, ya fue demasiado.
me parece muy interesante el artículo pero que tal marquez con sus contrataciónes de personas que no tienen estudios, ni experiencia pero que solo por ser de purisima los contrata y con muy buenos sueldos, además de vehículos oficiales