El tema de la reestructuración del impuesto predial en León aparece ya como el primer enfrentamiento político entre la alcaldesa priista Bárbara Botello y la alianza que la respalda, en contra del establishment panista hegemónico en Guanajuato.
Asesorada por expertos en temas fiscales y estudios actuariales, la propuesta de elevación de tasas como fórmula para incentivar la recaudación, tiene una lógica interna y un sustento técnico.
Sin embargo, se trata de un proyecto que pasa por decisiones políticas al tener que ser aprobada por el Cabildo y por el Congreso del Estado, por ello, era necesario hacer un trabajo de construcción de consensos.
No fue así. En el caso del ayuntamiento se logró construir una unanimidad que a la postre se reveló contraproducente por haber originado una confrontación interna en el PAN que radicalizó los ánimos en ese partido en contra de la propuesta.
Los negociadores de la administración municipal debieron empezar por la cabeza, subiendo a su idea a Miguel Márquez y a Gerardo Trujillo, aprovechando el ánimo de búsqueda de consensos con el que arrancaron las nuevas gestiones en los municipios y el estado.
No fue así y ahora estamos en la etapa de las confrontaciones públicas. La alcaldesa Botello incluso ha dejado sentir que puede presionar a Márquez a través del secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong, como si estuviéramos en la década de los noventa, en el interinato de Carlos Medina.
De esta dinámica seguramente saldrán chispas, sobre todo mediáticas, pero ahora ya se ve muy difícil que surja un verdadero beneficio para las finanzas municipales, para la modernización de la vida política estatal y para los ciudadanos de León. Lástima.