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¿Cuándo aterrizan?

In Botepronto on noviembre 23, 2012 at 3:56 am

Mientras una serie de problemas, a cuál más delicado, parecen acumularse en nuestro futuro inmediato, algunas de nuestras principales figuras públicas siguen embelesadas planteando proyectos inalcanzables y descuidando lo que podría resultar más factible.

Mientras la astringencia financiera y la deficiente planeación obligan a recortar de golpe y porrazo 40 mil becas ya comprometidas; mientras, una considerable superficie agrícola del estado quedará sin sembrar por el reparto de agua de la cuenca Lerma – Chapala, el gobierno anda planeando “iluminar Guanajuato”.

Pareciera una obsesión de Miguel Márquez. Una de las primeras cosas que hizo cuando fue nombrado secretario de Desarrollo Social por el hoy vilipendiado Juan Manuel Oliva, fue realizar un viaje a China con los gastos pagados, precisamente, por una empresa fabricante de lámparas ahorradoras.

Resulta más que interesante que los primeros planteamientos del nuevo gobierno conduzcan inevitablemente a compras multimillonarias: en un caso tecnología para la seguridad; en otro, focos LED al mayoreo.

Es decir, se quiere gobernar a billetazos, una política que no es ciertamente la mejor en épocas donde se bordea la recesión económica. Ya borracheras de gasto como estas nos han provocado muchos dolores de cabeza en el pasado.

Lo que no se ve, en cambio, es la imaginación. En dos meses al frente del gobierno, el equipo de Márquez no ha encontrado un hilo conductor para establecer una comunicación política coherente con sus gobernados.

Un exceso de esta ausencia de contenido en los mensajes lo constituye la campaña gubernamental para treparse en la ola verde provocada por el buen momento que vive el cuadro esmeralda.

Después de años de ni siquiera voltear a ver al equipo cuando vegetaba en la división de ascenso y pasaba de dueño en dueño, hoy los comunicólogos gubernamentales quieren hacer de las hazañas de la Fiera “orgullo y compromiso de todos”.

Decían los viejos conocedores de la política que si un gobernante se atribuye los beneficios de un buen año de lluvias, entonces no debería extrañarse cuando también le culpen de la sequía.

No es el único caso. En León, la alcaldesa Bárbara Botello se la ha pasado viajando a la ciudad de México, con el menor pretexto, en varias de las escasas semanas que lleva al frente del municipio.

La actitud muestra claramente de donde espera la priista que provengan sus principales auxilios, estableciendo de paso distancias con la coordinación necesaria que tiene que establecerse entre los niveles contiguos de gobierno: el municipio y el estado. No parece que vaya a ser una ruta muy productiva.

No cantan mal las rancheras otros munícipes de nuestras principales ciudades, como Sixto Zetina en Irapuato, quien espera que su cercanía con Luis Alberto Villarreal se traduzca en caudales presupuestales para su administración.

Lo que no se ve es la apuesta por tratar de hacer más con lo mismo. Nadie piensa, por ejemplo, en disminuir el gasto administrativo y en redimensionar las dependencias públicas.

Si al gobierno estatal no el alcanza el presupuesto para cerrar sus compromisos anuales, ¿qué ocurrirá cuando comprometan participaciones futuras en proyectos de participación pública-privada, como podría ser el proyecto de seguridad Escudo?

Hace unos días pudimos ver la foto donde el gobernador Miguel Márquez y la alcaldesa Bárbara Botello se alzaban entusiasmados en un vuelo en globo sobre el Parque Metropolitano de León. Planear ambiciosamente, desde luego, no es algo censurable, siempre y cuando se haya previsto cuidadosamente el aterrizaje.

arnoldocuellar@zonafranca.mx

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@Arnoldo60

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