Egresado de una maestría en administración pública, con especialidad en seguridad pública, por la Universidad de Columbia en Nueva York, el hoy tesorero del municipio de León, Roberto Pesquera Vargas, conformó una empresa en sus ratos libres que, en su primer año de actividades, logró ventas de, por lo menos, 13 millones de pesos.
Es un caso de éxito que, incluso, podría ser analizado en algún diplomado del Ipade.
Pesquera tenía diversas actividades adicionales, como la presidencia del grupo filantrópico Unidos por Guanajuato. Además, se daba tiempo para incursionar en política y participar en la precampaña y la campaña de Juan Ignacio Torres Landa a la gubernatura.
Socio de la empresa Cinco G Consultores, con la posesión del sesenta por ciento de las acciones, las utilidades de Pesquera en lo que era solamente un side business, debieron ser sustanciosas como para alentarlo a proseguir en esa actividad.
Si consideramos una razonable utilidad del 20 por ciento sobre las ventas, habitual en los negocios de intermediación como el que parece ser Cinco G Consultores, Pesquera podría haber obtenido, antes de impuestos, ingresos netos personales por un millón y medio de pesos al año, tan solo con las ventas al municipio de León.
Si se piensa que esos resultados se lograron únicamente con un municipio panista, la empresa del priista Pesquera podría haber tenido un horizonte más que promisorio con la llegada de nuevos alcaldes priistas, entre otros la leonesa Bárbara Botello, que además tiene un serio problema con la seguridad que heredó de Ricardo Sheffield, con todo y las asesorías de Pesquera.
El Private Consultant on Security Policy, que es como se presenta Pesquera en su perfil de la red Linkedin, donde aún no actualiza sus datos y sigue apareciendo como fundador y socio de la bilingüe Five G Consulting, tiró por la borda el éxito logrado con su empresa y decidió dedicarse de tiempo completo a la política, pero no en el área de seguridad, donde es experto, sino en la administración y las finanzas.
¿Qué queda en claro de todo esto? Varias cosas. La primera de ellas es la persistencia de un modelo de negocios entre el sector privado y el público que se basa no en la capacidad, el profesionalismo y la experiencia, sino en el amiguismo.
Pesquero logró convertirse en proveedor de la administración Sheffield con ventas que ya quisieran emprendedores con años de experiencia, gracias a su amistad con el consejero del ex alcalde Ignacio Ramírez Sánchez, actual titular del consejo de Implan.
Ramírez Sánchez es dueño a su vez del despacho de cabildeo periodístico que orquestó la gira de control de daños realizada por Pesquera la semana pasada, donde antes de salir del atolladero de sus negocios, se metió en nuevas honduras al lanzar un ataque artero, directo y sin pruebas en contra del ex regidor priista José Arturo Sánchez Castellanos, bestia negra del barbarismo, tras de haber sido uno de sus comandantes hace tres años.
La amistad entre Pesquera y Ramírez Sánchez, como ya hemos dicho en otras columnas, fue el factor para que este último se quedara al frente del consejo del Instituto Municipal de Planeación, un órgano que tiene intervención en las definiciones cruciales sobre el desarrollo de la ciudad, como mostró el debate de hace algunos años sobre la pertinencia de abrir el sur del municipio al crecimiento, en el cual se enfrentaron algunos de los más importantes grupos empresariales de León.
Se integra a este grupo otro personaje que permanece en la imaginaria, sin cargo público en el gobierno, pero con una gran influencia en varias áreas de la administración, sobre todo las vinculadas a la adquisición de bienes y servicios: Germán Martínez, cónyuge de la presidenta del DIF, Azul Etcheverry e integrante del nuevo grupo de influencia en torno a la alcaldesa Bárbara Botello.
Si detrás de este grupo existe un proyecto político que busque trascender, bien sea en el 2015 en relación a la alcaldía o en el 2018 en la búsqueda de la candidatura priista a la gubernatura, o si solo hay la perspectiva de utilizar el poder como una palanca para los negocios, eso se sabrá pronto.
En uno u otro sentido, debe existir un poderoso estímulo para que Roberto Pesquera se deshaga de su participación en un negocio que, sin quitarle el sueño y con sólo algunas horas de dedicación a la semana, le reportó ventas por un millón de pesos mensuales durante 2011, cantidad nada desdeñable en los tiempos que corren como podrían decirlo muchos empresarios de respetable nivel.
Por otra parte, quien debe definir sus prioridades es la alcaldesa Bárbara Botello, quien ha venido mostrando carisma y vena popular como para que su proyecto político continúe en ascenso. Sin embargo, eso también dependerá de que todos y cada uno de los integrantes de su equipo se enfoquen en sus responsabilidades y no pierdan de vista los objetivos a mediano y largo plazo.