Aunque Miguel Márquez ya salió a aclarar los pormenores del viaje de Washington, que sin ninguna necesidad decidió no anticipar, parece que el mandatario de la transparencia se quedó con algo de información en las alforjas.
En efecto, ya sabemos por medio de un despacho de prensa oficial y por boca del propio mandatario la agenda del viaje y la identidad de sus acompañantes.
Se trata, sin duda, de asuntos de gran calado que deberán ser analizados con detenimiento.
El primero de ellos es la cooperación en materia de seguridad de Guanajuato con una potencia extranjera, por sí solo todo un tema, pues formamos parte de un república federada y tenemos un Senado que regula la política exterior.
En segundo término, la solución al problema de movilidad en el corredor central de Guanajuato, donde el gobierno cuenta con el derecho de vía en un alto porcentaje de un corredor destinado a un tren interurbano, cuyo proyecto fue cuestionado por el propio Márquez desde la campaña.
Ambos puntos son de la mayor importancia para los ciudadanos de Guanajuato y ameritarían, conforme avancen y sin ser puestos en riesgo los acuerdos, que se mantenga una información puntual y suficiente sobre sus alcances.
Lo que ahora sale a relucir es que en la comitiva había un quinto pasajero, según relata la columna editorial del matutino leonés a.m. Se trataría de “R. Barba”, a quien se identifica con el empresario irapuatense Rafael Barba Vargas, destacado integrante del cuarto de guerra de Márquez y aportador de recursos en la campaña electoral.
De ser cierto, algo que sin duda el gobernador de la transparencia deberá esclarecer más pronto que tarde, tendría que saberse lo que hacía un personaje ajeno a responsabilidades públicas en una comitiva que buscaba la discreción antes que nada, para no comprometer su agenda.
Asimismo, sería importante saber porque su nombre no fue contemplado entre los que se dieron a conocer de manera oficial.
A menos que Miguel Márquez esté pensando en jugar con cartas marcadas en el tema de la transparencia, puesto en la agenda por él antes que por nadie.
O sea, el viejo asunto de decir una cosa para la tribuna y hacer otra en la práctica.
Algo, por cierto, en lo que Juan Manuel Oliva, tan señalado hoy en día, era un experto.