Comprando rápidamente el tono de las nuevas circunstancias, muchos funcionarios estatales que se encontraron entre los más abyectos servidores de Juan Manuel Oliva, han asumido un discurso hipercrítico de su ex patrón a fin de sobrevivir en las nóminas oficiales.
Lo lamentable es que Miguel Márquez Márquez y su círculo cercano se encuentre comprando a los protagonistas de este gatopardismo tercermundista que abonarán muy poco a su cruzada de renovación y que, en poco tiempo, se convertirán en lo mismo que fueron para Oliva: aduladores en la buenas y detractores en las malas.
Encabeza a esta claque oportunista el ex alcalde de León y hasta hace poco titular de la coordinación de programación y gestión de la inversión pública, Luis Quiroz Echegaray, quien actualmente sobrevive como responsable de una unidad dentro de la secretaría de Finanzas, de Juan Ignacio Martín Solís, tras de haber conducido a la Copi a su eventual desaparición como entidad autónoma.
La dependencia que Quiroz dirigió a lo largo del sexenio olivista fue gradualmente disminuyendo su influencia, al mostrarse incapaz su titular de establecer una verdadera política pública de programación del gasto de inversión.
Abrumado por el activismo de Oliva, que prometía obras y realizaciones brincándose toda normatividad presupuestal, Quiroz renunció a normar el orden de las aplicaciones presupuestales, dejando la responsabilidad en el secretario de Finanzas, Gustavo González Estrada.
A partir de ese momento, el ex edil leonés se convirtió en una figura decorativa dentro del gobierno que no por ello renunció a sus privilegios, su alto sueldo y una vasta oficina que no parecía tener oficio ni beneficio.
Esa es la situación con la que se encuentra el equipo de transición de Miguel Márquez, lo que finalmente obliga a desaparecer la Copi y convertirla en una unidad de la Secretaría de Finanzas, recortando personal y niveles salariales.
Nada de ellos es óbice, sin embargo, para que Luis Quiroz, un empresario venido a menos tras la pérdida de sus empresas tras conflictos corporativos, pretenda seguir devengando un sueldo en la burocracia, no obstante su probada ineficiencia.
Para congraciarse con el espíritu de la nueva administración, Quiroz se ha convertido en el peor crítico de Oliva en cuanto comedero político se le atraviesa, asegurando que si no pudo hacer su trabajo fue porque el ex gobernador no lo dejó.
El ex alcalde leonés es hoy uno de los más radicales defenestradores del político al que prácticamente se le puso de tapete los pasados seis años y no para mientes en hablar de “la corrupción de Oliva”, olvidando que tomó parte, al menos como validador, en muchas de las decisiones que hoy critica.
De poco le servirá a Martín Solís la presencia de Luis Quiroz en su estructura. Mucho menos le servirá a Márquez la hipocresía rampante de funcionarios a quienes tiene perfectamente aquilatados desde que formaban parte del mismo gabinete.
Quiroz ya mostró su falta de constancia como empresario; ya quedó claro que la función pública tampoco es lo suyo; falta saber si se consolidará como un saltimbanqui político con el expediente de la alternar sumisión con traición y denostación. Visto el entorno, podría llegar muy lejos.
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