El monexgate continúa afectando al PRI de Guanajuato.
Tras el reconocimiento por parte de Juan Ignacio Torres Landa de que en su campaña se habían usado las tarjetas de ese intermediario financiero “para pagar gasolina y viáticos”, el comité nacional del PRI, que había rechazado el uso de ese instrumento, finalmente reconoció que se había empleado “en la campaña de Guanajuato.”
Y aunque más tarde operadores peñanietistas, como Jesús Murillo Káram, reconocieron finalmente que la estructura territorial del PRI fue pagada mediante el uso de monederos electrónicos, el daño a los priistas de Guanajuato ya estaba hecho.
Como, por si algo faltara, la única denuncia presentada ante la Fepade por el caso de los plásticos de Monex, se dio en Guanajuato, en una agencia del MP Federal de Salamanca, a la que corresponde el municipio de Valle de Santiago, donde se documentó el caso.
La mitología priista atribuye la querella realizada por México Martínez Lerma (así se llama), a un “lío de faldas”. De acuerdo a esta explicación, el operador territorial priista, Alfredo Calzadillas, originario de Chihuahua, habría entablado una relación sentimental con una persona cercana a Martínez Lerma, quien se tomó personal el asunto.
Habría que agregar que, al final del día, tampoco se depositaron las cantidades ofrecidas por Calzadillas en las tarjetas manejadas por México Martínez y otros integrantes de la estructura priista, lo que complicó las cosas.
El asunto ya obligó a la comparecencia personalísima del propio Torres Landa y del presidente del PRI estatal, Javier Contreras Ramírez, en las oficinas de la Fepade en la ciudad de México.
Y aunque el tema ha disminuido en el terreno mediático, en el PRI se tiene el temor de que el caso derive en una sanción económica al partido en Guanajuato, como si el horno estuviera para bollos.
Lo que si puede decirse es que a muy pocos priistas de los niveles dirigentes les quedarán ganas de gritar “¡Viva México!”, este próximo 15 de septiembre.