Ningún desarrollo es homogéneo, aún en las evoluciones más radicales persisten rezagos, lastres residuales que muestren las disparidades de una sociedad o de un organismo.
Así ha sido la nóvel democracia guanajuatense, tras el tránsito del partido hegemónico y corporativo que fue el PRI del siglo XX a una alternacia que ha sido dominada, a su vez, por otra hegemonía, la del PAN convertido en un discípulo aventajada de su antecesor, aunque de más corto un aliento.
La nueva libertad de que gozan los ciudadanos de los municipios del estado para elegir a su autoridad más cercana, el Ayuntamiento, se ha visto reflejada en alternancias de lo más disímbolas entre los varios partidos políticos del espectro.
Salvo el corredor industrial, donde se han semieternizado los cabildos panistas, hasta ahora por lo menos, en el resto de los municipios no ha sido difícil ver continuas sucesiones entre fuerzas políticas alternantes.
Sin embargo, el avance ha tenido su propio retroceso interno en un nuevo fenómeno: los neocacicazgos familiares, unipersonales y de camarillas políticas abocadas al saqueo de sus conciudadanos.
Vemos tres ejemplos claros de municipios con diverso tipo de desarrollo que se han visto atados a intereses caciquiles: Valle de Santiago, Pueblo Nuevo y San Miguel de Allende. Por si algo faltara, las prácticas de manipulación política corresponden, en cada uno de ellos, a un partido distinto.
Así tenemos al PRD de Fernando Arredondo, en Valle; al PRI de Leonardo Solórzano y el PAN de José Durán, en Pueblo Nuevo; y el PAN de Luis Alberto Villarreal en San Miguel de Allende. Todos ellos han hecho una empresa sumamente rentable del control político de esos municipios por sí o a través de terceros que son familiares o allegados políticos.
Esa situación estará en juego la próxima elección. Veremos si los ciudadanos de estos municipios continúan siendo víctimas del clientelismo que los ata, a través de la manipulación del voto de los más necesitados, a los intereses particulares de estos personajes, o se liberan eligiendo cualquier otra opción política.
A juzgar por encuestas recientes, tanto en San Mguel Allende como en Valle de Santiago los candidatos títeres que resultan Cristóbal Finkelstein Franyuti y Joel Nieto, aunque siguen resultando competitivos no están punteando en las preferencias. Nada se sabe en cambio del pequeño y sufrido municipio de Pueblo Nuevo, en permanente disputa entre dos familias apoderadas del PRI y del PAN, respectivamente.
Esta es otra lucha que no tiene nada que ver con el despertar ciudadano del siglo XXI, sino con el combate a una de las lacras más notables de la etapa predemocrática del siglo pasado, que logró dar el salto a nuestros días amparada en las debilidades institucionales a las que no escapan ninguno de los tres principales partidos del país.
Ahora, la palabra la tienen los ciudadanos.