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Lecciones de la caída de un rector de campus

In Botepronto on mayo 23, 2012 at 4:11 am

En la Universidad de Guanajuato, en su radio pasillo como gustaba de llamarlo el inefable Juan Carlos Romero Hicks, se cuecen mil hipótesis, a cual más descabellada, sobre el descabalgamiento del rector del campus Celaya, el viejo militante de la izquierda Juan Miguel Ramírez Sánchez.

Desconcierta más el hecho de que Ramírez Sánchez, amigo cercano del exitoso senador perredista Carlos Navarrete Ruiz, había sido el primero de los rectores de campus que anunció su decisión de reelegirse. Se le conocía además por ser uno de los funcionarios que se manejaba con más autonomía entre sus compañeros de cargo.

La decisión de retirarse de la responsabilidad y de cualquier intento de reelegirse, así como de la docencia universitaria, no parece producto de un acto de presión unilateral. Incluso, ya Ramírez Sánchez había abierto una línea de confrontació con la rectoría general tras la publicación de versiones anónimas sobre presuntos malos manejos en su gestión.

Queda claro, sin embargo, que alguna situación irregular, de las muchas que se habían denunciado en torno a la gestión del rector de Celaya, finalmente afloró y determinó lo que a la postre se convirtió en una decisión voluntaria.

Será difícil saber qué fue lo que finalmente disparó este capítulo inesperado de la sucesión en los campus de la UG, que quedará como uno más de los misterios del laberíntico edificio de Lascurain de Retana. Pero lo cierto es que sólo un asunto de mucho peso fue lo que obligó al alebrestrado ex funcionario optar por solicitar su liquidación

La lección que queda, si hay quienes están dispuestos a escucharla, es la del cuidado que debe prevalecer esta vez en las decisiones sobre el proceso para renovar las rectorías de campus, anteponiendo criterios académicos y cuidando las personalidades, para evitarse desaguisados en el futuro.

¿Será posible? A juzgar por lo visto hasta ahora, parece que será una tarea de romanos.

  1. Esta incertidumbre puede generar que se vuelva inoperante la descentralización de la Universidad de Guanajuato. Ojalá el resultado coadyuve a lograr consensos en vías de los objetivos del PLADI 2010-2020, en el cual se pretende que lleguemos como Universidad de Guanajuato, no como unidades, a ser de las mejores 100 universidades del mundo.

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