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El intenso drama priista en Guanajuato

In Análisis Político on diciembre 26, 2011 at 1:54 pm

Enrique Peña Nieto canceló su visita programada a la ciudad de León en estos días de diciembre. Venía invitado por Gerardo Sánchez a la toma de protesta de un dirigente juveil del sector campesino, evento que finalmente se trasladó a Jalisco.

En compensación, el candidato presidencial priista acudió a un desayuno de la CNC en su sede de la ciudad de México que, además de todo, se convirtió en un pretexto para reunir a un ala del priismo guanajuatense que ha buscado el cobijo del dirigente cenecista y que prosperó bajo la dirigencia de Humberto Moreira, con designaciones como la del delegado del CEN en la entidad, Francisco Javier Santillán; o el nombramiento de la secretaria adjunta, Bárbara Botello.

La modificación de la agenda de Peña Nieto tuvo que ver sin duda con la llegada del nuevo dirigente priista, el también senador Pedro Joaquín Coldwell, compañero de bancada del otro factótum del priismo guanajuatense, Francisco Arroyo Vieyra.

La presencia del ex gobernador mexiquense en el evento cenecista en León no hubiera dado luces sobre el respaldo a un posible candidato a gobernador por ese grupo, ya que este  cuenta con varios precandidatos: el propio Sánchez, Bárbara Botello, Miguel Ángel Chico y hasta Leonardo Solórzano, el alcalde con licencia de Pueblo Nuevo que ya se siente en campaña.

Pero, en cambio, esa decisión si hubiese podido sugerir un veto a la aspiración de Arroyo Vieyra. Como el PRI no está para darse el lujo de desperdiciar candidatos ni de dividirse más y menos involucrando en las disputas al abanderado presidencial, se decidió posponer la visita para mejor ocasión, quizás cuando ya existan definiciones.

De cualquier manera, lo destacable, lo que debe consignarse, es el hecho irrefutable de que los priistas de Guanajuato están dando en los centros de decisión de la ciudad de México la peor de las impresiones: la de una militancia cerril, surcada por pleitos parroquiales y presa de una acendrada mezquindad, situación que no excluye a ninguna de las partes en pugna.

Quizás ahora, Peña Nieto y sus estrategas ya entiendan porque esta entidad se ha mantenido como uno de los bastiones del PAN: no tanto por virtud de los azules, sino por la profunda incapacidad política de los tricolores.

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