Por lo menos en líneas generales, los tres aspirantes que permanecen en activo en la búsqueda de la candidatura a gobernador, dentro del Partido Acción Nacional, coincidieron en algo: es preocupante el bajo nivel de desarrollo del estado y el reparto de los recursos.
José Ángel Córdova fue el más enfático al citar los porcentajes que retratan los niveles de marginación y desigualdad de Guanajuato: la entidad ocupa el lugar 14 en la tabla nacional sobre pobreza; 8.4 por ciento de la población padece este flagelo en forma extrema; 40 por ciento se encuentran en un nivel de pobreza moderada, lo que hace que la mitad de los habitantes, casi 2 millones 700 mil personas, se encuentre en estado altamente vulnerable.
Ricardo Torres Origel habló de empleo, pero también de combate a la corrupción, en abierta autocrítica a los gobiernos de su partido. Hizo hincapié en el apoyo a los más vulnerables, pues las inversiones multimillonarias atraídas en la actual administración no crean puestos de trabajo en los lugares dónde más se necesita: las comunidades alejadas del corredor industrial.
Finalmente, Miguel Márquez Márquez, ante jóvenes panistas de todo el estado, se comprometió en el tema educativo, otro aspecto donde Guanajuato no ha rendido las mejores cuentas durante los 20 años de gobiernos de este partido. La educación, sin duda alguna, es otra de las palancas para el combate a la desigualdad. En su propuesta, adelantó la idea de crear una secretaría de estado dedicada sólo a la educación media superior y superior.
En las tres visiones hay un dejo de censura, o si se quiere de autocrítica, para la eficacia de Acción Nacional como partido gobernante en Guanajuato. Esta formación política ha tenido todo el poder en la última década, incluyendo una amplia mayoría legislativa y la mayor parte de los Ayuntamientos, por lo que no puede justificarse en razones políticas la falta de avances en el tema social.
Los recursos tampoco han sido escasos. Guanajuato dispuso, en el sexenio pasado y en buena parte del actual, de los excedentes del fondo integrado por el incremento en los precios del petróleo en los mercados mundiales.
El mayor margen de maniobra presupuestal se hace evidente en las realizaciones de los años recientes: ha crecido la infraestructura; hay mejores carreteras, puentes viales; espacios culturales; apoyos notables para la inversión extranjera, entre lo más notable.
Sin embargo, ese modelo de crecimiento no ha sido suficiente para abatir, ni siquiera mínimamente, las cifras de pobreza y de marginación. El desarrollo no parece haber sido incluyente ni ha contado con el ingrediente social dentro de sus variables.
Y aunque Miguel Márquez ocupó la cartera de Desarrollo Social en el actual gobierno, resulta claro que las políticas de combate a la marginación han sido más bien periféricas y no centrales en los gobiernos panistas
Por eso, en 2012 habrá que hablar de nuevo de qué se hace y qué se promete para abatir los niveles de pobreza de Guanajuato o, siquiera, impedir que sigan creciendo frente al entorno recesivo que se vive a nivel mundial
Pero los panistas guanajuatenses no son los únicos que acuden al expediente de la pobreza para tratar de construir un discurso electoral creíble. Este mismo sábado, el candidato priista a la presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, asumió formalmente esa encomienda y en su discurso se justificó de sus recientes tropiezos asegurando que puede no recordar el nombre de un libro, pero “lo que no se me olvida es la violencia, la pobreza y la desesperanza que vive México.”
Otra vez los pobres como eje de una justificación y un discurso “de propuesta”. Los mismos pobres que, por supuesto, tampoco recibieron ningún tratamiento especial cuando el orador fue gobernador del Estado de México, la entidad de mayor presupuesto en el país.
De manera que esas capas vulnerables de nuestra población estarán muy presentes en los discursos de los políticos durante esta temporada, lo que para nada garantiza que sigan vigentes cuando algunos de esos mismos candidatos o precandidatos lleguen a ejercer posiciones de poder.
Lo menos que debería ocurrir es que los pobres, mediante algún tipo de organización, logren patentar el uso de su imagen y el mismo término que los designa, para que los hombres y mujeres que se desenvuelven en la escena pública les paguen regalías por utilizarlos como carne de discurso.
No será una solución, pero seguramente podría darles más dividendos que los vistos hasta ahora en manos de una clase política que sólo parece reconocer los problemas que ella misma contribuyó a crear, cuando anda en busca de los votos, nunca cuando disfruta del poder.
Botepronto
Muy quitado de la pena, el ex secretario de Desarrollo Agropecuario del estado, José María Anaya, acudió a registrarse como aspirante del PAN para la candidatura a la presidencia municipal de Cortazar, su municipio de residencia.
Atrás parecen haber quedado los enormes agujeros financieros que se agrandaron en la gestión de Anaya en los presupuestos destinados a apoyar la producción y comercialización del campo guanajuatense, en organismos como Iagrocen, de carácter privado; o Casa Noble, un fideicomiso público.
Sin embargo, la utopía del ex funcionario no parece ser muy realista. Las huellas de los desfalcos que se produjeron durante la gestión de Anaya lo perseguirán como candidato e incluso, de tener esa suerte, como alcalde.
Se trata de mucho dinero y demasiadas huellas dejadas en contabilidades públicas y privadas; en depósitos bancarios; en cosechas pagadas y no recibidas; en coberturas de precio y aseguramientos.
Ya a nivel federal se ha destapado una cloaca en Aserca que ha motivado ceses y auditorías.
En Guanajuato nada ocurrirá mientras sea gobernador Juan Manuel Oliva, a quien Chema Anaya siempre le vendió la idea de que los recursos no encontrados iban a campañas políticas del PAN. Pero ese paraíso puede concluir abruptamente el 26 de septiembre de 2012.
Por lo pronto, será el PAN quien deba navegar con el lastre de un candidato cuestionado, otro más. Sin embargo, a estas alturas, eso ya parece un simple gaje del oficio.