arnoldocuellar

La confusión de los partidos

In Análisis on diciembre 29, 2010 at 7:36 pm

Los principales partidos políticos de Guanajuato iniciarán 2011, el año que verá el mayor tramo de la carrera por la designación de candidatos a gobernador, en un estado de absoluta confusión y con una declarada crisis en su circunstancia interna.

Vayamos por partes e iniciemos con la revisión del PAN, fuerza política que gobierna Guanajuato desde 1991, lo que le hace cumplir, precisamente en el año que está próximo a inaugurarse, dos décadas de hegemonía política, la última de ellas prácticamente absoluta.

El blanquiazul llega a esta etapa quizá con la mayor identificación que se ha visto entre un mandatario y un dirigente del partido desde que son gobierno. En este caso, Juan Manuel Oliva y Fernando Torres Graciano.

La situación permitió que ambos se despacharan con la cuchara grande en cuanto a determinaciones en el campo del otro: la influencia de Oliva en las decisiones partidistas, la integración de órganos internos y la construcción de candidatos a diversos cargos ha sido total; la mano de Torres Graciano en el gabinete es innegable y su único contrapeso, el ex secretario de Gobierno, Gerardo Mosqueda, fue finalmente barrido hace dos meses.

Esta simbiosis, que no trajo beneficios al partido como institución, pero que le permitió a Oliva el control de un flanco delicado, se enfrenta al reto de mantenerse como modelo en el cambio de dirigencia que ocurrirá en la primera mitad del año.

El problema de la sucesión en la dirigencia partidista no se limita sólo a las necesidades estratégicas del gobierno, sino, quizá de manera más marcada, tiene que ver sobre todo con la siguiente asignatura de poder: la elección del candidato a gobernador.

Para la corriente panista que lidera Juan Manuel Oliva, hasta ahora mayoritaria, el reto de elegir un nuevo dirigente se centra principalmente en el control del proceso para sacar adelante a su candidato, el secretario de Desarrollo Social, Miguel Márquez Márquez.

Para el resto de las corrientes, unas superficialmente aliadas en el pacto de la Loma, otras sueltas, la asignatura consiste en lograr la elección de un dirigente no solo neutral, sino que incluso se imponga la tarea de frenar al olivismo y sus redes.

La decisión sobre el nuevo dirigente pasa por la renovación del Consejo Estatal, órgano encargado de votar al nuevo presidente. Por el momento, todo indica que este proceso se llevará a cabo con la supervisión cercana de la dupla Oliva – Torres Graciano, con lo que la integración del órgano garantizará la continuidad de la actual situación.

Hay un problema, sin embargo. Hasta el momento no ha surgido una candidatura fuerte del olivismo, lo que se muestra en la emergencia de varios aspirantes, como la diputada federal Alejandra Reynoso; el coordinador legislativo local, Gerardo Trujillo e, incluso, el dirigente partidista leonés, Miguel Salim.

Salvo el último, que mantiene muchas resistencias para abandonar su proyecto de buscar la alcaldía, ninguno pareciera mostrar fuerza y trayectoria propias.

En cambio, en el ángulo opositor ha surgido un candidato que reúne el perfil de haber sido cercano colaborador de Fernando Torres, con un trabajo de consensos que le ha dado el respaldo de las corrientes opositoras: el secretario general del Congreso, Arturo Navarro.

Más allá de la simple suma de votos en el Consejo, la batalla por la nueva dirigencia será un preámbulo de la que veremos por la candidatura a gobernador y de la suerte de la primera dependerá, en buena medida, el desenlace de la siguiente.

En posteriores entregas revisaremos las confusiones de los opositores del panismo, que no son menores.





A %d blogueros les gusta esto: