
Marginados y estigmatizados, los partidarios de la candidatura perdedora en 2018 vienen recuperando espacios de forma consistente, revelando nuevos pactos en el PAN de Guanajuato.
Lenta pero consistentemente, el núcleo político duro que se aglutinó para impulsar la candidatura del entonces senador Fernando Torres Graciano a la gubernatura del estado para la elección de 2018, ha venido regresando por sus fueros.
Luego de ser marginados por su militancia en oposición al delfín de Miguel Márquez, o minimizados en sus cargos, personajes como Miguel Salim, Vicente Esqueda, Jorge Espadas, Libia García o Rosario Corona, han venido recobrando protagonismo, por diversas circunstancias.
Salim logró mantener su curul local y será un hueso duro de roer para Luis Ernesto Ayala, el pasivo y distante ex alcalde leonés que sobrevive en la política más por su fama del pasado que por la vigencia de sus habilidades.
Libia Denisse García no solo se mantuvo sino que dio un salto espectacular al pasar de su segunda diputación al hilo a la secretaría de gobierno, donde su estilo mediático ya le da resultados para proyectarla con un halo de futurismo en el caso de que la cúpula panista de Guanajuato se decida al fin por postular a una mujer.
El regreso más insólito fue el de Vicente Esqueda, que aprovechó la conexión con Alvar Cabeza de Vaca para lograr el aval de Carlos Zamarripa y así levantar el veto que le había impuesto Diego Sinhue Rodríguez después de sus travesuras de la precampaña del 18. Poco importó que en el camino se cargaran la neutralidad y la de por si escasa credibilidad de la Procuraduría de Derechos Humanos.
Jorge Espadas ha jugado con habilidad su posición de crítico frente a las políticas de la 4T y se ha convertido en defensor de oficio del fiscal Carlos Zamarripa, lo que le ha valido para recuperar espacios en el Congreso federal hasta llegar a ser el coordinador de la diputación guanajuatense del PAN.
Y este mismo jueves de festejo patrio, se hizo pública la compañera de fórmula de Eduardo López Mares para la renovación del comité estatal, designación que recayó en Rosario Corona, militante de larga trayectoria en cargos del comité estatal, esposa de Vicente Esqueda y también cuadro importante del torresgracianismo histórico.
Si no es un plan de cara al 2024, se da una gran maña para parecerlo. Por lo pronto queda claro que ni de parte de Miguel Márquez, el gran saboteador de la candidatura de Fernando Torres, ni de Diego Sinhue, el beneficiario de esa cruzada, hubo vetos o impedimentos para el regreso de este equipo.
Hay quienes aseguran en el PAN que se ha producido un acercamiento entre Márquez y quien fuera su gran impulsor para logran la candidatura y la gubernatura en 2012, ante la falta de crecimiento de otros cuadros.
También resulta muy transparente la resistencia del ex gobernador a aceptar a la nueva generación que Diego quiere impulsar y que abreva sobre todo en torno a Juan Carlos Alcántara.
Por lo pronto, como resultado de los ajustes en el gabinete estatal, las renovaciones de las alcaldías y el reacomodo en el PAN de Guanajuato, una cosa es segura: el grupo que busco hacer gobernador a Fernando Torres Graciano y que pagó las consecuencias por ello, está de regreso.
La gran pregunta es si insistirán en ese proyecto o buscarán alternativas, pero de lo que no queda duda es que han resultado más compactos y resilientes que aquellos que los derrotaron hace unos años.
Nada mal para un ejército hasta hace no mucho en desbandada.