Fue piedra de toque, la angular para construir una candidatura casi desde la nada. Hoy es un lastre funesto. Y no se trata de un deslinde, ante las cada vez más exactas revelaciones sobre la corrupción de Miguel Márquez, Diego Sinhue tendría que iniciar investigaciones. De lo contrario su gobierno será marcado por la complicidad.
Miguel Márquez fue el apoyo fundamental para que Diego Sinhue Rodríguez transitara de ser un político del montón a un poderoso delfín y precandidato a la gubernatura de Guanajuato, con todas las de ganar.
Al igual que con Diego, Márquez hubiera podido hacer lo mismo con cualquier otro político panista, tal era su control del aparato gubernamental y partidista.
Por ello, la negociación tuvo su costo, la cual se refleja en que tres cuartas partes del gabinete legal y ampliado del nuevo sexenio son resabios del pasado.
Sin embargo, aunque no es menor, la falta de imaginación y de recursos para armar un equipo de gobierno que renueve visiones y esperanzas no es el peor de los problemas.
Más grave resulta el hecho de que muchos de los funcionarios repetidores o promovidos a nuevos cargos, fueron cómplices del actuar de Miguel Márquez y difícilmente podrán ser quienes se encarguen de esclarecer las dudas y las certezas que cada vez abundan más sobre el desempeño del exgobernador.
Para empezar, el multicriticado Carlos Zamarripa, cuya ratificación logró despertar al PRI de su marasmo y movilizar a los exaliados perredistas, no puede ser el responsable de una fiscalía de la cual depende la persecución de los delitos de corrupción, cuando fue colaborador del gobernador que vendió terrenos baratos, compró otros caros, contrató el ineficiente Escudo y gastó un millón diario en publicidad, parte de la cual que no aparece por ninguna parte.
Pero no es el único caso. Por ejemplo, el empeño para colocar a Ricardo Narváez en la Secretaría General del Congreso sería darle una posición de privilegio al funcionario más cercano al exgobernador Miguel Márquez.
El Poder Legislativo es el espacio donde se revisarán las cuentas del gobierno que concluyó y a donde rendirá sus informes la Auditoría Superior. Que el ujier de un exgobernador cuya honestidad entra en barrena pueda convertirse en el piloto del Congreso solo dejaría en claro que la complicidad es el nombre del juego entre Sinhue y Márquez.
Así, a escasas dos semanas del cambio de gobierno y más rápido de lo que quizá el propio Sinhue hubiera deseado, Miguel Márquez ha pasado de ser su apoyo fundamental y el gobernador al que se encargo de lanzar la mayor cantidad de elogios que se le hayan escuchado nunca a un candidato en la era panista, a convertirse en una lápida de concreto que está lastrando de manera fundamental el arranque de la nueva administración.
La reciente investigación del portal Zona Franca, realizada con pulcritud y profundidad por la reportera Alfonsina Ávila pone en relieve un verdadero desfalco a las arcas estatales con el banal pretexto de construir un estadio para el equipo León.
Quizá Miguel Márquez pensó que al favorecer a la popular escuadra cualquier pecado le sería perdonado y que podría endilgarle al estado un sobre precio de 90 millones de pesos, mientras le vendía con facilidades el predio a Grupo Pachuca.
Y así uno puede explicarse porque el exgobernador no hizo nada para salvar al estadio León o para negociar su readquisición a un precio módico, por debajo del costo financiero y el sobreprecio pagado por el terreno de Francisco Villa y las obras de cabecera que será necesario hacer para habilitar el accidentado predio.
Es que no se trataba del futbol ni de la afición, se trataba del negocio liso y llano, realizado desde la cúpula del poder y avalado por el presuntamente intachable tesorero Juan Ignacio Martín Solís, el responsable de hacer los avalúos a modo de las necesidades del gobernador.
Con las secuelas de esas decisiones deberá lidiar de ahora en adelante Diego Sinhue Rodríguez, quien aceptó el regalo de la candidatura y luego de la gubernatura como quien compra a ciegas. La caja está empezando abrirse y hay que asumir las consecuencias, de lo que se haga dependerá en buena medida la suerte del nuevo gobierno.
¿Lo permitirá la guardia pretoriana que cerca al delfín?