La evidencia de que desde el entorno cercano al líder del Congreso se atacaba al delfín panista Diego Sinhue Rodríguez, provocó un deslinde extremo del legislador hacia sus colaboradores más cercanos.
La sucesión en el Partido Acción Nacional se está volviendo cruenta.
En estos días fue posible detectar que desde una de las posiciones estratégicas del manejo político estatal, la coordinación política del Congreso, se había realizado una serie de ataques en redes sociales en contra del delfín del gobernador, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.
Éctor Jaime Ramírez Barba ha aspirado desde el mismo inicio de la administración, ha ser el heredero de Miguel Márquez Márquez. Sin embargo no ha podido ser así, primero al ser sustituido en la estratégica Secretaría de Desarrollo Social, después al ser relegado de la construcción de una candidatura desde dentro del gobierno.
La llegada de Diego Sinhue Rodríguez Vallejo al gabinete, su conversión en el hombre de confianza y de la continuidad de Márquez, han terminado por desplazar a quien fuera el primer coordinador de campaña de Márquez y que desde entonces se ha asumido como su heredero natural.
Sin embargo, Éctor Jaime Ramírez Barba había terminado por asumir formalmente ser el número dos en las preferencias de Márquez y actuar disciplinadamente como un apoyador más de las aspiraciones de su sucesor en Desarrollo Social, el exdiputado Ramírez Vallejo.
Es precisamente esa trama, que permitía al médico Ramírez Barba seguir aspirando a una posible candidatura emergente, lo que se puso en riesgo en la semana que pasó, la descubrirse que uno de sus hombres de confianza, el vocero de la fracción panista Martín Diego Rodríguez, realizaba una labor de zapa de la candidatura de Rodríguez Vallejo desde una cuenta apócrifa de Twitter.
Más allá de la denostación de comunicadores a los que parecía tenerles tirria personal, algo que al diputado panista no parece preocuparle, lo que verdaderamente inquietó a Ramírez Barba fue la evidencia flagrante de que desde su círculo personal se fomentaba una consistente labor de denigración al panista que hoy por hoy parece el favorito de Márquez.
Y, en realidad, no es para menos. El juego de Éctor Jaime Ramírez Barba para sobrevivir en la política pasa centralmente por simular que ha aceptado al decisión de Márquez de favorecer a Rodríguez Vallejo, única circunstancia en la que puede ser válida su aspiración a ser el plan B del gobernador.
Pero, además, en el caso de que no haya necesidad de plan B y de que el titular de Desarrollo Social saque adelante la candidatura del PAN a gobernador, la única posibilidad de Ramírez Barba para poder aspirar a un cargo de consolación, llámese diputación federal, senaduría o incluso la alcaldía de León, dependen de haber jugado con lealtad su papel de comparsa en la sucesión.
Todo eso fue lo que puso en riesgo el periodista Martín Diego Rodríguez al aventurar un plan de utilización de identidades falsas en Twitter para golpear a Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, al propio Miguel Márquez y, de pasada, a los periodistas que incomodan a Éctor Jaime.
El desliz del vocero de la fracción panista al querer poner en evidencia a una asesora de la fracción priísta del Congreso y terminar poniéndose en evidencia él mismo, puso en peligro todo el juego de Éctor Jaime Ramírez para trascender en la política panista de Guanajuato.
De ahí la relevancia del asunto, de ahí las reacciones, de ahí la caída de Diego Rodríguez, abandonado por Éctor Jaime pese a su compadrazgo. Como dice el clásico: “de que me muera yo a que se muera mi abuelita, mejor ella que está más viejita”.
El pragmatismo no reconoce paternidades ni ideologías.