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Juicio a Bárbara o el espejismo

In Botepronto on mayo 24, 2016 at 3:19 am

Paradoja: para obtener información de irregularidades del gobierno de Bárbara Botello, la administración de Héctor López hizo concesiones que amenazan vulnerar la debida investigación de los hechos.

Los panistas del nuevo gobierno municipal lo dicen a voz en cuello y un medio ya lo reproduce: un funcionario del entorno próximo a la exalcaldesa Bárbara Botello ha proporcionado información suficiente para comprobar manejos irregulares de la administración que incriminan a la hoy diputada federal y a su hombre de confianza, el tesorero Roberto Pesquera.

La versión, reproducida en la última columna política dominical del diario a.m., no menciona el nombre del “testigo protegido”. Sin embargo, si establece que esa información se encuentra en manos del Procurador de Justicia Carlos Zamarripa, quien poco hace para llevar adelante la denuncia, de acuerdo a la publicación.

Tras algunas preguntas a funcionarios actuales y también a otros de la pasada administración, resulta evidente que el funcionario que ha aceptado reconocer sus “pecados” y expiarlos mediante una confesión a detalle es, ni más ni menos, que el exsecretario de Obra Pública de Botello, José Martínez Plascencia.

Las versiones de radio pasillo y la publicada en el rotativo leonés coinciden en puntualizar que la información proporcionada por el barbarista renegado borda sobre el cobro de “moches” a empresas constructoras y el encarecimiento del precio de esas mismas obras, con el consiguiente daño al erario.

El problema al que muy probablemente se enfrentan el procurador Zamarripa y su fiscal anticorrupción, Navigio Gallardo, es el de la cadena de responsabilidades para llegar hasta el extesorero y la exalcaldesa.

Al no poder incriminar a Pepe Martínez, como le llamaba cariñosamente Bárbara en los tiempos de las vacas gordas, resulta imposible proseguir la indagación hacia los otros dos presuntos responsables de una maquinación que se quiere situar sobre los 300 millones de pesos de desvíos.

Si hubo obras infladas, el primer responsable de las mismas es el Secretario de Obra Pública, probablemente con la complicidad de su segundo de a bordo y verdadero hombre de confianza de Botello en esa área, Misael Mexicano.

Si una vez sometido a proceso, José Martínez decide atestiguar que recibió órdenes directas de Roberto Pesquera o de la entonces jefa política del ayuntamiento, probablemente se puedan fincar algunas responsabilidades concurrentes, pero el peso de la actuación delictiva recaería sobre quien directamente asumió la responsabilidad técnica y financiera de justificar sobreprecios.

Para poder establecer el delito de concusión o el de cohecho, haría falta contar con el testimonio de quien operó directamente, a fin de encontrar las responsabilidades de quienes ordenaron las maniobras, de lo contrario la situación queda por demás endeble.

Sin embargo, las mismas versiones que atribuyen a José Martínez Plascencia la colaboración con la administración de Héctor López Santillana para guiarlos en la investigación de la corrupción en obra pública, aseguran que se le ofreció inmunidad total a cambio de su información, entre otras cosas por su relación familiar, es su sobrino directo, con el prominente empresario zapatero Roberto Plascencia Saldaña a quien el alcalde le tiene una gran deferencia.

Así, los responsables de que las denuncias contra el dúo Botello-Pesquera no avancen no serían los sabuesos de Zamarripa, quienes estarían atados de manos a menos que incumplieran con los acuerdos políticos del alcalde López Santillana con el exfuncionario barbarista.

Así, al optar por una investigación mediatizada por razones amistosas o personales, muy lejana de la verdadera esencia de la justicia, la administración de López Santillana ha propiciado la impunidad de Bárbara Botello, dejando de lado uno de los reclamos que más se le plantearon en campaña por ciudadanos y, sobre todo, por los panistas.

De ser mal pensados hasta podríamos imaginar que las hasta hoy inútiles confesiones del secretario de Obra Pública de Botello podrían obedecer a un plan retorcido digno de las habilidades florentinas de Roberto Pesquera.

Por lo pronto, sin agenda propia y con decisiones erráticas, como la reciente sustitución en el mando de Sapal, la administración de López Santillana y compañía parece seguir dependiendo de un golpe de mano espectacular contra sus antecesores; pero este, como un espejismo en el desierto, se aleja cada vez que se quieren acercar.

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