Pese a su imagen convicente y llamativa, el candidato de la alianza PRI-Verde-Panal no crece en las preferencias, afectado por la rampante impopularidad de Bárbara Botello, que además sigue operando en el municipio.
Los estrategas de comunicación e imagen del candidato aliancista José Ángel Córdova Villalobos han hecho un buen trabajo: los espectaculares que se ven por la ciudad son limpios y atraen la atención.
El concepto elegido juega con la imagen del médico como la figura paterna y de autoridad, pero al mismo tiempo digna de confianza. “León en buenas manos”, dice el eslogan, trabajando de forma subliminal la misma imagen del hombre que cura los males.
En cambio, los publicistas de Héctor López Santillana no lograron despegarse de la campaña general del PAN, saturando su imagen de mensajes y logrando muy poca claridad, además de que la imagen del candidato luce fría, demasiado empresarial y se encuentra arrinconada en un extremo del espacio utilizado.
Sin embargo, las aparentes ventajas que podría dar una mejor publicidad, una imagen más nítida y cálida, no están resultando en las mediciones que se conocen hasta ahora de la intención de voto.
Córdova ha logrado introducir el tema de la candidatura ciudadana, equidistante de los partidos que lo postulan., pero, de lo que no logra separarse es del terrible daño causado por la alcaldesa con licencia Bárbara Botello a dos de esos partidos.
La administración PRI -Verde de León, la primera que interrumpió una hegemonía panista de 24 años, se encuentra hundida en el aprecio del electorado pese a sus muchas bondades.
No se puede negar, ni por los críticos más apasionados, que esta administración ha realizado una obra sin precedentes en la ciudad y ha tenido logros espectaculares, como el de la puesta en marcha del primer parque industrial en forma de la ciudad, localizado además en una zona depauperada del municipio y relativamente cercano a la mancha urbana.
Botello aprovechó al máximo el prestigio de haber recuperado León para el PRI y le sacó ventajas inimaginables a su cercanía temporal con los responsables del gobierno federal, empezando por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Los recursos gestionados para obras en León no los tuvo la ciudad ni siquiera cuando el leonés Vicente Fox fue presidente de México.
Sin embargo, nada de eso sirvió para que el gobierno de Bárbara Botello tuviese una productiva relación con quienes la eligieron. Será tema de tesis de ciencia política encontrar los resortes secretos que motivaron el divorcio profundo entre una comunidad que buscaba aires de cambio y la primera alcaldesa de León.
Un encuestador de prestigio nacional le comentó de forma económica a un funcionario guanajuatense hace algunas semanas que nunca había visto una administración tan mal calificada en su larga historia de estudioso de la opinión pública, refiriéndose a la de Bárbara Botello, quien por cierto cambió por lo menos tres veces de casa encuestadora disgustada por los resultados de los sondeos.
Por otra parte, el PRI nacional y el gobierno federal, de nuevo actuando en una simbiosis que se ha reeditado en la administración de Enrique Peña Nieto, se tardaron para definir la suerte de Bárbara Botello y su destino, eligiendo dejarla en una candidatura plurinominal que de hecho la mantiene en León.
La sospechosa actitud de los delegados Fernando Moreno Peña y Marcelino Bravo, que le permitieron a Bárbara un gran protagonismo en la definición de su interinato y, ahora, prohíjan un ofensivo intervencionismo en la administración municipal, tampoco contribuye a la estrategia original de “separar” a Botello del ojo público para intentar paliar los efectos de su mala imagen en la campaña de Córdova.
Las encuestas que se conocen hasta ahora dejan ver como el PAN está simplemente recogiendo los beneficios del desastre barbarista, sin proponer nada, sin hacer olas, nadando de muertito.
Héctor López Santillana se tomó el primero de sus riesgos apenas este jueves, cuando casi ha transcurrido el primer tercio de la campaña, al hacerse presente en la disputa por un predio que mantiene detenida una de las obra más emblemáticas de la administración barbarista, el distribuidor norte con una inversión federal superior a los 600 millones de pesos.
Así, Angel Córdova está siendo víctima de las mismas indefiniciones que tienen postrado al gobierno federal de Enrique Peña Nieto, donde las propuestas de modernización estructural no acaban de cuajar por los errores de atención a tema políticos, de seguridad y de derechos humanos, aunque también por mala gestión económica.
En León, a la prescripción de retirar a Botello del escenario, le siguió una pésima operación y luego una insubordinación de los enviados del CEN priista que enmendaron el plan original. El resultado está a la vista: en los 40 días de campaña que faltan se antoja difícil que se borre el devastador efecto Botello. Tampoco debe esperarse un tropiezo garrafal del candidato panista que no se mueve un milímetro de su guión.
Córdova y su buena imagen, el talento de sus publicistas y hasta los recursos para la movilización del día D, podrían ser insuficientes ante los errores de origen de los estrategas nacionales del PRI y del peñanietismo.
Por su parte Héctor López Santillana verá como León cae como fruta madura de regreso al PAN, sin hacer mayor esfuerzo, solo por la impronta de Bárbara Botello que logró dos hazañas memorables en poco tiempo: borrar al PAN del mapa electoral y reconstruirlo con mayor fuerza, a punta de soberbia y excesos personales.