La censura a Córdova por rechazar un compromiso debe provenir de los ciudadanos que están más allá del Observatorio, el cual no tiene porque arrogarse la crítica de conductas a juicio de la sociedad en su conjunto.
El Observatorio Ciudadano de León tuvo, definitivamente, una excelente idea cuando convocó a los candidatos a la alcaldía de León a firmar una carta de compromisos destinados a mejorar el desempeño de la administración en diversas áreas, destacando las de seguridad, rendición de cuentas y realización de infraestructura.
La invitación, proveniente de una organización ciudadana, solo podía ser acatada de forma voluntaria y bajo un esquema de construcción de consensos. La firma de un documento único por 7 candidatos distintos, representantes de casi una decena de partidos políticos, hubiese ameritado un delicado trabajo de diplomacia, si todos tuvieran la posibilidad real de aspirar al triunfo.
No es así, aunque el ánimo de equidad, en un país con una historia política donde campea la desigualdad y el abuso desde el poder, inhibe cada vez más el realismo político, lo cierto es que de los siete candidatos invitados solo dos están disputando el triunfo electoral, tal y como lo dice la historia electoral reciente y las encuestas que se conocen hasta ahora.
En esa tesitura, cinco de los siete candidatos difícilmente podrían negarse a concurrir a un evento que les permite actuar en igualdad de circunstancias con los representantes de los partidos que han llegado al poder en León en los últimos tiempos. También, muy difícilmente podrían haber planteado cambios decisivos al documento.
Fue el candidato de la coalición PRI-PVEM-Panal, el expanista José Ángel Córdova Villalobos, quien finalmente decidió no acudir a la firma de los compromisos, avisando la noche anterior a los organizadores y a los medios de comunicación.
Córdova se quejó de cambios de última hora en el documento a firmar, pero esencialmente rechazó la invitación por no estar de acuerdo con varias de las cláusulas, entre ellas la de mantener la continuidad de funcionarios en áreas de seguridad, comprometerse a una obra publica “récord” y obligarse a permanecer en el cargo hasta el fin del mandato recibido en las urnas.
La decisión del médico leonés pareció ofender en extremo a los convocantes, por lo menos así lo hizo sentir su actitud de respuesta: exhibir la ausencia del candidato aliancista con su lugar expuesto en el escenario y un letrero, tal y como lo hacía hace algunos años un programa de denuncia ciudadana en una televisora local, en una abierta actitud de hostigamiento.
No quedó allí, la ausencia del aspirante también fue motivo de una referencia del presidente del OCL, Luis Alberto Ramos, lo que dio la puerta a críticas de todo talante por parte del resto de los candidatos y otros asistentes. El más radical fue el candidato a síndico del PAN, el exalcalde Carlos Medina Plascencia, uno de los fundadores del propio OCL, quien calificó a Córdova de “soberbio e ingenuo”.
Así, la firma de los compromisos por parte de seis de los siete candidatos, de los cuales solo uno tiene posibilidades reales de triunfo, mientras los restantes probablemente ni siquiera lleguen al número de votos necesarios para obtener un regidor, pasó a segundo término para dejar el espacio noticioso a la condena al exsecretario de Salud.
Probablemente Córdova esté cometiendo un error táctico al rechazar un espacio simbólico que en realidad no lo obliga a nada. En nuestro medio son legión los políticos que hacen decenas de promesas, firman compromisos, juran la Constitución y, finalmente, hacen lo que quieren.
Con su actitud, Córdova está diciendo al electorado que probablemente no pretende terminar su mandato en caso de ganar, lo que desde luego no se riñe ni con sus posibilidades legales, ni con un posible proyecto político.
Hace poco más de tres lustros, por ejemplo, los guanajuatenses no vieron mal que su gobernador electo tras una batalla política y legal, me refiero a Vicente Fox, se separara del cargo a los cuatro años de ejercerlo, para salir a contender por la Presidencia de la República.
Pero, incluso, puede ser que Córdova incurra también en un error estratégico, al negarse a aceptar un pacto de buena fe para mejorar la gobernanza de la ciudad, incluso aunque algunas de sus premisas resulten excesivas o imposibles de garantizar, como lo de la obra pública “récord”. Puede ser que la actitud del candidato aliancista en efecto agravie a un sector del electorado que bien puede hacerle falta para triunfar.
Sin embargo, creo que la censura a la actitud de este candidato es algo que excede las atribuciones y la representatividad de un organismo como el Observatorio Ciudadano de León. Al decidirse a hacer patente la ausencia de Córdova, el OCL manda la señal de que la firma del convenio no era una invitación, sino una obligación, lo que desnaturaliza su intención pues por más ciudadano que se diga, no puede sustituir a los votantes del próximo 7 de junio, ante cuya decisión si quedarán obligados los candidatos.
En todo caso, la censura a Córdova por rechazar un compromiso debe provenir de los ciudadanos que están más allá del Observatorio, el cual no tiene porque exceder su papel de anfitrión para arrogarse el de crítico de conductas que deben quedar a juicio de la sociedad en su conjunto.
Por lo demás, el OCL tampoco constituye una representación plural y homogénea de toda la sociedad leonesa. Con todo y sus magníficas intenciones, las explícitas por lo menos, no deja de ser un club de notables, un resabio aristocrático en una sociedad que busca ser cada vez más democrática.
Si no en su planteamiento original, por lo menos si en el resultado final, la intención del OCL de buscar compromisos a favor de los leoneses terminó por ser una celada para uno de los candidatos, situación a la que el mismo afectado contribuyó.
Lo más lamentable sería que una organización en vías de consolidarse como factor de equilibrio ante los poderes públicos, que además ya superó un tropiezo de credibilidad cuando Barbara Botello los exhibió como receptores de subsidios desde el municipio encabezado por el panista Ricardo Sheffield, caiga en la tentación de adquirir un protagonismo con sesgos en la actual contienda electoral.
La tarea que tiene entre manos el Observatorio no se lo merece.