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Trujillo, Éctor Jaime: el PAN se realinea

In Botepronto on mayo 16, 2014 at 3:35 am

La emergencia del programa “Impulso” como un concepto aglutinador de la inversión pública estatal, es una novedad del ejercicio 2014 y, al interior del gabinete de Miguel Márquez, es visto como un importante reposicionamiento del Secretario de Desarrollo Humano, Éctor Jaime Ramírez Barba.

Impulso, como eslogan, como logotipo y como estrategia concentradora, había surgido en la oficina del titular de Sedeshu desde 2013, año en el que pareció un esfuerzo aislado y, a menudo, a contrapelo de otras iniciativas de imagen gubernamental.

Ese año, el primero de la administración Márquez, fue el típico ejercicio de ajuste, con iniciativas disímbolas, con protagonismos alternados, con un gabinete fragmentado, agrupado en núcleos de afinidades y no de proyectos, acusando sobre todo una falta de coordinación.

Fue también un año de golpeteos, de competencias que iban más allá de lo político, de lo burocrático y llegaron incluso a lo personal. Se llegó a hablar de la necesidad de un coordinador de gabinete, pues el estilo de Miguel Márquez como jefe no ha sido de integrar equipos, sino de hacer acuerdos por separado.

Por eso llama la atención el nuevo protagonismo adquirido por Ramírez Barba, el famoso “Éctor sin H”, como le llaman sus colegas en paralelismo con el titular de Desarrollo Económico Sustentable, el veterano Héctor López Santillana.

Y no es en balde la comparación: el ex gobernador interino ocupa una cartera en su tercer gabinete estatal; ya fue Secretario de Gobierno y Gobernador Interino. Su experiencia y aplomo a menudo lo confrontan con sus nuevos compañeros quienes lo observan “muy sobrado”.

No por nada, el propio Miguel Márquez, quien pactó con Juan Manuel Oliva el regreso de López Santillana al gabinete, después del interinato, le ha marcado su estilo imponiéndole por lo me un nos a dos de sus subsecretarios.

La presencia de López Santillana, quien tenía ascendiente sobre los repetidores del gabinete, no fue aceptada por los marquistas químicamente puros. El movimiento de Ramírez Barba hacia Desarrollo Social tampoco facilitó que asumiera un liderazgo.

Un factor adicional de disrupción fue el núcleo de secretarios que hicieron equipo con el famoso, y a estas alturas ya mítico, compadre del gobernador Márquez, Rafael Barba Vargas, el Gallo, quien todavía reúne en comidas con proveedores a los secretarios de Salud, de Turismo, el de Finanzas y al director del ISSEG.

Ahora, a mediados del 2014 y ya con la ruta crítica hacia el año electoral próximo, parece urgente superar la dispersión del gabinete que ha generado no pocos problemas, muchos de ellos magnificados por la falta de atención oportuna y la inexistencia de diálogo entre los secretarios de despacho.

Así, la aparición más protagónica, más sólida, más respaldada del titular de Desarrollo Social y Humano, a quien capacidades no le faltan y ganas tampoco, se antoja como una definición de Miguel Márquez de facto, sin mayores aspavientos, sobre una coordinación ejecutiva en su gabinete, por lo menos en aquellas áreas encargadas de aplicar inversión pública.

De los 15 mil millones de pesos de gasto agrupados en “Impulso”, prácticamente la mitad corresponden al eje de “Calidad de Vida”, coordinado por Ramírez Barba: pero, además, ya aparece como una especie de coordinador en la parte restante, como se vio en su participación en la conferencia de prensa ofrecido en León esta semana, para responder los eternos cuestionamientos de la alcaldesa priista Bárbara Botello sobre la discriminación a la ciudad en el gasto estatal.

Ramírez Barba asume una tarea que, por lo pronto, le hace posponer cualquier idea de incursionar en la política electoral de 2015. Parece toda una definición. Su aplicación a la tarea ejecutiva como una especie de número dos del gobierno acaba con las especulaciones sobre una posible candidatura en León y le abre el paso a otros aspirantes, descongestionando los acuerdos políticos entre los diferentes grupos en los que se subdividió el oficialismo panista en Guanajuato.

El ánimo del momento parece favorable a los acuerdos. Algo que se veía más complicado, la suma de pareceres para evitar la elección en el CDE panista, acordando una prórroga de mandato para Gerardo Trujillo, ya fue posible. Aquí los acuerdos alcanzaron incluso a los disidentes del panismo.

Un arreglo que implique definiciones para que Márquez relance su gobierno y para que el PAN diseñe su plan electoral, podría evitar muchos dolores de cabeza a los actuales responsables de la fuerza política que gobierna la entidad hace casi un cuarto de siglo y evitar que los arrastre el desgaste nacional del partido y los amenace la reorganización priista, aún incipiente en Guanajuato.

Este escenario deja la decisión del PAN para el proyecto de recuperar León prácticamente entre dos personas: Héctor López Santillana, bien visto por el sector empresarial y que al dar al paso liberaría a Márquez de los compromisos transexenales adquiridos con Oliva; o Humberto Andrade Quezada, alfil de Fernando Torres Graciano, que con ello podría compensar su repliegue en el caso del comité estatal panista.

Sin embargo, el fortalecimiento y el margen de maniobra que desde ya ha adquirido y que puede acrecentar en el futuro, colocarán más temprano que tarde a Éctor Jaime Ramírez donde siempre se ha querido ver y donde anticipadamente lo situaban tanto sus malquerientes como sus adeptos: en la ruta hacia la candidatura a gobernador desde la favorable posición de delfín del gobernador.

Eso es lo que parece estar perfilándose en estos días de mayo en el panismo de Guanajuato; curiosamente, a contrapelo de la acidez con la que se disputa el poder de este partido en el escenario nacional.

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