El trabajo de Centro Las Libres, una organización no gubernamental de defensa de los derechos de las mujeres que tiene su origen en Guanajuato, acaba de obtener otro resonante logro jurídico y político, de la mano con la Clínica de Interés Público del CIDE, con la liberación de la indígena guerrerense Adriana Manzanares Cayetano, después de que un Tribunal de Guerrero la condenara a 22 años de carcel por aborto, de los que ya había purgado siete.
El trabajo realizado por la organización de derechos humanos guanajuatense en el estado de Guerrero le da continuidad a otro proyecto desarrollado con perseverancia y contundencia en nuestra entidad, en 2010, mediante el cual lograron la liberación de siete mujeres presas por abortar, tras una sólida investigación jurídica de los abogados de la Clínica del CIDE y una aguerrida campaña en medios de comunicación locales y nacionales, que arrinconaron al gobierno derechista de Juan Manuel Oliva.
Poniendo en evidencia que en México el machismo y la discriminación a los derechos de las mujeres no tienen signo ideológico, ahora la batalla fue emprendida contra los gobiernos perredistas de Zeferino Torreblanca, en su momento, y de Ángel Aguirre, en Guerrero, lográndose la intervención de la Suprema Corte de Justicia de la nación, en base a las irregularidades del proceso.
Una parte fundamental del criterio que operó para la decisión de la Corte fue el hecho de que Adriana Manzanares fue juzgada sin intérprete, cuando ella no habla español. Sin embargo, queda latente el sentar criterios para impedir que las mujeres sean juzgadas bajo prejucios de género por los aparatos de justicia.
De cualquier forma, se trata de un triunfo en toda la línea en la titánica tarea de modernizar al anacrónico estado mexicano, que en muchos de sus procesos sigue anclado en el siglo XIX.
Por otra parte, no deja de ser lamentable que el trabajo de una organización como Las Libres reciba reconocimientos en muchas partes del país por su tarea, mientras en Guanajuato las autoridades la ignoran, la ningunean y la marginan de apoyos, a los que tendría todo el derecho, de dinero público destinado al trabajo de educación y promoción de los derechos humanos.
No hace mucho, una propuesta de Centro las Libres para acceder a recursos de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de Guanajuato a fin de realizar un diagnóstico sobre violencia de género y sus implicaciones en la vida productiva de las mujeres de Guanajuato, fue rechazada por “carecer de una metodología clara que especifique puntualmente la forma en que se realizará el estudio”.
Por si algo faltara, el instituto de la Mujer Guanajuatense, otra institución oficial caracterizada por su permanente ausencia de los casos polémicos que se han vivido en el estado en materia de violencia de género, convalidó el rechazo a la propuesta de las Libres aduciendo: “el proyecto contribuye a la asignación de los roles de género”. ¿Qué querían decir? Quizá ni ellos lo saben.
La repulsa oficialista al trabajo independiente y crítico de Centro las Libres no paró allí, El año pasado, cuando el gobierno de Guanajuato se vio inmerso en la crisis derivada del caso Lucero, una joven golpeada brutalmente por negarse a tener relaciones sexuales con su agresor, quien fue liberado y consignado por delitos leves, su respuesta fue la propuesta de un programa de atención a la violencia de género derivado del que impulsa la ONU, para lo cual se propició la creación de un consejo ciudadano donde, por supuesto, fueron excluidas organizaciones independientes, como Las Libres, mientras se entregaba su presidencia a un ferviente ultraderechista que tiene entre sus hazañas la de hacer piras con libros de texto que hablan de la reproducción humana desde el punto de vista biológico.
Afortunadametne, la fortaleza de una ONG como Las Libres no depende en absoluto de que la reconozcan o la apoyen las autoridades. Como además su trabajo regularmente choca con las limitaciones de visión y de concepto de esas mismas autoridades, definitivamente parece más sano que se mantenga alejada de la tentación de vivir del presupuesto, aunque ello implique más trabajo y resultados más lentos.
En medio de los graves problemas de deshonestidad e incongruencia de que están plagados los gobiernos de nuestro país, de todos los niveles y signos, resulta un alto capital político trabajar en forma independiente de las instancias oficiales. A fnal de cuentas, como quería San Mateo: “por sus frutos los conoceréis”.