Lo más relevante de la cascada de cambios periféricos que realizó el gobernador Miguel Márquez en el primer día del feriado navideño de 2013 no fueron los relevos, sustituciones y una que otra defenestración realizada en los niveles accesorios del gobierno.
Lo más interesante fue el surgimiento de un verdadero operador político en el entorno inmediato del mandatario, al que mucha falta le venían haciendo unas segundas manos que le descargaran de la operación directa de los temas candentes que ha venido afrontando la administración.
Visto el fracaso del secretario de Gobierno, Antonio Salvador García López, en operar procesos como el de la sucesión del Poder Judicial, donde quedó exhibida la intromisión del Ejecutivo en un poder ajeno, por falta de pericia y previsión, es decir, por ausencia de oficio, hacía falta darle la oportunidad a otro operador.
Así ocurrió, quizá más de manera natural que por una gran premeditación, al formalizarse el expediente de los cambios de algunos subsecretarios y titulares de organismos descentralizados, a fines del año pasado.
Los expedientes de las propuestas de diversos secretarios de despacho se fueron acumulando en el escritorio del secretario particular de Miguel Márquez, el joven funcionario panista Christian Javier Cruz Villegas, quien terminó haciéndose cargo de la arquitectura de una batería de cambios que aunque en realidad no era más que un reajuste burocrático, se logró presentar como el eventual relanzamiento del gobierno,
Allí, precisamente, radicó el mérito de Cruz Villegas, un cuadro administrativo que viene acompañando a Márquez desde que este ocupaba la secretaría general del comité estatal panista, en la gestión de Fernando Torres Graciano al frente del partido.
El secretario particular encontró acomodos impensados a funcionarios que ya no daban el ancho en las posiciones que ocupaban, como el caso del gris subsecretario de vinculación política, Tomás López Martínez, que se sacó la lotería al ir a dar a un Cecyteg que dirigió hace quince años, pero mejorado y aumentado después del estado lamentable en que él mismo lo dejó.
Y con ello, se mantuvo con respiración artificial la relación con el Yunque que mucho se deterioró con la salida de sus cuadros de otras áreas del sector educativo.
También quitó a funcionarios incómodos para sus titulares de despacho, como el caso de José Manuel Casanueva tensionado al límite con Juan Ignacio Martín, protegiendo sin embargo al ex subsecretario de administración con un cargo de igual nivel en Desarrollo Económico.
Le quitó de encima a Héctor López Santillana a su encargado de Mypimes, Guillermo Romero Pacheco, desviándolo hacia Cofoce. Sin embargo, tanto al secretario de Finanzas como al de Desarrollo Económico, les bloqueó a sus propios cuadros colocando gentes de sus confianzas.
Así, en administración, Christian Cruz ubicó a su viejo compañero de andanzas desde la Gestión Pública, Ángel Isidro Macías Barrón, convertido en otra pica en Flandes para el tesorero Martín Solís, quien si bien logró deshacerse de Casanueva, siguió sin poderle meter mano a placer a la subsecretaría de administración.
Casanueva, a su vez, se convertirá en un importante alfil de Cruz dentro de la Secretaria de Desarrollo Económico, equilibrando fuerzas con quien se ha convertido en su Némesis, el famoso compadre Rafael Gallo Barba, quien ya tenía allí al subsecretario de Atracción de Inversiones, Franco Herrera.
Por otra parte, el secretario particular de Márquez se blinda en la Secretaría de Gobierno, al colocar en las tareas políticas a uno de sus mejores amigos, el sobreestimado operador electoral Marco Antonio Rodríguez. Todo indica que, desde allí, se comenzará a construir la cobertura que tanta falta le hace a Antonio Salvador García.
Con habilidad, pero también con un tacto del que no abunda en el equipo marquista, Cruz sustituyó a Isidro Macías en el DIF, por el ex alcalde de Jaral Alfonso Borja Pimentel, quien tiene las formas y los modos para hacer una buena mancuerna con María Eugenia Carreño de Márquez, cada vez más involucrada en las tareas de la dependencia.
Pero, además, Christian Cruz consolidó el área staff del gobernador Márquez, la cual se encuentra bajo su coordinación directa, al oficializar en el presupuesto la creación de las cuatro áreas consultivas que subsistían en la informalidad: la Coordinación de Políticas Públicas, a cargo de Enrique Ayala; la de Análisis y Prospectiva Política, donde está Juana de la Cruz Martínez; la de Innovación y Buen Gobierno, de Juan Carlos Murillo; y la Jurídica, de Plinio Martínez.
Y, por si algo faltara, hay que subrayar que el gran ganador del enfrentamiento vivido en el Poder Judicial entre el grupo de Fernando Torres Graciano y el compadre Barba fue, precisamente… Christian Cruz quien, de la mano con Enrique Ayala, construyó la solución de Miguel Valadez , el veterano magistrado que hoy será ungido presidente.
La emergencia de un funcionario con buena capacidad operativa, visión de conjunto y capacidad imaginativa para construir soluciones a los entrampamientos en los que suele caer la burocracia, no es ninguna mala noticia.
Con bajo perfil, casi con modestia, con muchas ganas de aprender y con decisión, el secretario particular de Márquez, quien siempre ha tenido toda la confianza del mandatario y ha resistido embates nada fáciles desde terrenos tan complicados como los de los afectos de su jefe, deja en claro que ya está en la cancha al mismo nivel de muchos de sus colegas que hasta ahora lo veían solo como el muchacho de los recados.
Más les vale que no sigan equivocándose.