Desde que comenzó la temporada de lluvias, el flamante Centro de Distribución del ISSEG, en el Puerto Interior de Guanajuato, se encuentra padeciendo escandalosas filtraciones de agua desde los techos del complejo, que han puesto en un serio riesgo el funcionamiento del robot con el que se encuentra dotado.
Empleados y visitantes del CEDIS, una infraestructura que fue asignada la empresa Eco, tras una licitación simple por invitación a un costo de 160 millones de pesos y que terminó superando los 250 millones de pesos, tiene unas vergonzosas goteras a menos de dos años de su inauguración formal, el 4 de agosto de 2011.
El agua empezó a caer a raudales sobre el sofisticado robot alemán cuyo costo rondó los 4 millones de euros, poniendo en peligro sus delicados mecanismos electrónicos, a prueba de muchas cosas, pero no de la imprevisión y la corrupción tercermundista.
Sin embargo, la posibilidad de hacer un reclamo legal o aplicar el pago de fianzas a la constructora Eco, propiedad de José Luis Infante Apolinar, el mismo constructor del edificio municipal del PAN en León y también beneficiario del anticipo entregado por la administración priista de Bárbara Botello para una unidad deportiva que al parecer ya no se hará, resultó imposible.
Infante Apolinar, quien de un tiempo acá parece contar en la nómina de su constructora con más abogados que ingenieros, se las arregló para hacer nugatorios los reclamos del ISSEG, por un vencimiento de escasos días.
El tema está por causarle un grave daño al Instituto de Seguridad Social del Estado, otro más, el cual podría complicarse si fallara alguna de las tiendas de campaña improvisadas que debieron instalarse con vistosos plásticos para cubrir a la sofisticada tecnología alemana…. con ingenio a la mexicana.
El tema podría dar para más si el director del ISSEG, Héctor Salgado Banda, se decide a explorar las transacciones realizadas por el ex subdirector de planeación Mario Barrientos, hoy flamante escudero de las aventuras electorales de Juan Manuel Oliva.
Salgado Banda se encuentra coleccionando las tropelías que Barrientos consumó, cuando su cercanía con Oliva le evitaba ser obstaculizado por Miguel Salim, quien en lugar de poner orden, mejor se dedicaba a sus propias patoaventuras.
Por ejemplo ya desechó el software Pharmacy, que administraría inventarios en las farmacias y las enlazaría con el CEDIS, el cual fue adquirido a un costo de más de 20 millones de pesos y actualmente se encuentra literalmente en la basura.
Si de verdad operara un criterio de sancionar las conductas irregulares del pasado, como tanto se propala, ya debería haber una averiguación previa del Ministerio Público investigando los manejos de Barrientos, cuyas secuelas evidencian cada día un delicado daño patrimonial a las pensiones de los servidores públicos de Guanajuato.
Será difícil que ocurra. Barrientos, entre otras muchas maniobras de protección, es también el promotor de los contratos firmados por el ISSEG con la plana mayor de colaboradores del actual dirigente estatal del PAN, Gerardo Trujillo, que han sido mostrados en estas páginas.
Si bien, Trujillo rompió con muchos de quienes lo apoyaron en su momento para llegar a la dirigencia del partido, no lo hará con Barrientos, quien además de votos le llevó ingresos nada desdeñables para su staff más cercano.
Y como esas cosas, sin duda, se agradecen, se ve difícil que el esforzado funcionario que ha mostrado ser Salgado Banda, pueda llegar muy lejos en sus intenciones de hacer justicia con el pasado.