Pocos políticos en activo en este momento en Guanajuato pueden presumir la hoja de vida del secretario de Desarrollo Económico Sustentable de Miguel Márquez Márquez.
Héctor López Santillana ha ocupado el cargo que desempeña en la actualidad con tres gobernadores distintos: Juan Carlos Romero Hicks, Juan Manuel Oliva y el propio Márquez. Además, desempeñó la cartera de Secretario de Gobierno y, por si algo faltara, fue gobernador interino de Guanajuato durante medio año.
Sin embargo, quizá ese largo periplo burocrático no sea tan importante como las cuentas entregadas. A lo largo de los ocho años que ha sido responsable de la política de promoción industrial de Guanajuato, con sus intervalos, el posicionamiento como clúster automotriz se afianzó y la atracción de empresas creció exponencialmente.
Pocos funcionarios en el país en esta rama podrían presumir la cooptación de armadoras como Honda y Mazda, en Celaya y Salamanca, que incluso antes de abrir sus puertas ya han anunciado sendas ampliaciones.
Aunado a lo anterior, el corredor central de Guanajuato se ha visto favorecido por decenas de empresas proveedoras de la industria automotriz, lo que sin duda impactará no sólo en el desarrollo, sino también en la cultura industrial de los próximos años en la entidad.
No ha sido sólo el trabajo de López Santillana el que ha arrojado estos resultados, quien contó de manera decisiva con el entusiasmo del ex gobernador Juan Manuel Oliva, que arropó esta política. No menos importante fue el cabildeo experto de Juan Manuel Fernández, el caro pero eficiente asesor contratado por el gobierno en esta materia.
Es un trabajo que requiere alineación, algo que precisamente está faltando en la nueva etapa que vive López Santillana, una vez que descendió del pedestal de gobernador para regresar a su nivel de secretario de despacho en el gabinete de Miguel Márquez.
Para empezar, el nuevo gobernador empezó descreyendo de las bondades de atraer grandes inversiones extranjeras. En su discurso de campaña se hizo eco de las quejas de los empresarios locales que se quejan de la falta de apoyo como el que se ha otorgado a las grandes armadoras.
En verdad, el respaldo a la pequeña y mediana empresa local nunca ha estado al nivel de las inversiones multimillonarias requeridas por las empresas extranjeras. Sin embargo, deberían ser políticas que lejos de contraponerse se complementaran, lo que hasta ahora sigue sin pasar.
Sin embargo, quizá la principal desalineación entre Miguel Márquez y Héctor López provenga de un cierto celo por su carácter de ex gobernador, alentado por intrigas de otros miembros del gabinete y hasta por agentes externos cuya opinión tiene peso en el ánimo del mandatario.
Si a ello se agrega la campaña mediática que revive de tanto en tanto y que pretende responsabilizar a López Santillana de presuntas irregularidades en la adquisición de las más de 900 hectáreas adquiridas en los municipios de Salamanca, Villagrán y Juventino Rosas para la fallida refinería, se puede apreciar que este funcionario no se encuentra trabajando en las mismas condiciones que en el pasado, cuando tan buenos resultados ofreció.
Pareciera que la idea de devolver a López Santillana a Desarrollo Económico fue una imposición para Márquez, quien no termina de sentirse a gusto con ella y de paso desperdicia los probados talentos de este funcionario.
Los perfiles que Miguel Márquez eligió para buena parte de su gabinete, allí donde pudo operar con plena libertad, muestran a un gobernador que se siente más cómodo con la lealtad que con la eficacia. No hay que ir muy lejos para comprobarlo.
En el caso de López Santillana no sólo sería el celo personal, sino también el político lo que impediría una simbiosis productiva entre el gobernador y su secretario de Desarrollo Económico.
Y aunque la inercia del pasado reciente ayuda, la circunstancia de ese desajuste anímico hace prever que en los próximos años no se logre mantener el ritmo de crecimiento en inversión extranjera.
Contra lo que ocurre en otras latitudes del gabinete de Márquez, donde la fragilidad de los secretarios deriva de su incompetencia, en el caso de López Santillana lo que hace temer por su permanencia en la actual administración es más bien su envidiable palmarés. Vaya paradoja.
@arnoldocuellaro