Lo hemos venido diciendo con insistencia, la criminalidad que más tememos ya se encuentra entre nosotros. No parece muy pertinente buscar blindar el estado para que no lleguen los delincuentes de otras entidades, cuando ya Guanajuato vive incidencias violentas que nada le piden a las de otras partes del país.
Las olas de narcomantas que aparecen con regularidad en municipios del sur del estado, dejan en claro la capacidad logística de grupos de criminales que no incursionan desde el exterior, sino que ya operan a sus anchas en Guanajuato.
El asesinato de un alto funcionario de la Procuraduría General de la República, este jueves, en una transitada arteria leonesa, en plena hora pico del tráfico citadino, es otra muestra de que la actividad delincuencial de alta peligrosidad se ha asentado entre nosotros.
Ante esta situación, la respuesta de las nuevas autoridades, en sus primeros días de responsabilidad, deja mucho qué desear, como si aún no se dieran cuenta del delicado momento que vive la sociedad que buscaron gobernar y que les otorgó su confianza.
El proyecto de Miguel Márquez Márquez para atender el tema de la seguridad con una inversión multimillonaria de la que aún no dispone, hace sentir que se están posponiendo soluciones factibles y cercanas, aunque parciales, para perseguir quimeras.
El mandatario hace ya campañas de persuasión entre sectores de la opinión pública para convencerlos de un proyecto que aún se siente en el aire y que parece una solución idealizada: se coloca en el imaginario la propuesta de una medida totalizadora que resolverá nuestros problemas y se hace de la obtención de los recursos una meta, como si de ella dependiera la solución del problema.
Hay, en esta posición, un intento de engaño social, así sea de manera inconsciente por parte de funcionarios y políticos probablemente bien intencionados, pero que dicen verdades a medias.
El proyecto Escudo, para blindar al estado con tecnología de punta a un costo de dos mil millones de pesos, se parece a la idea de Ricardo Sheffield de combatir el pandillerismo con tanquetas. Como las tanquetas nunca se consiguieron, el problema de la delincuencia juvenil quedó sin atender.
¿Si no obtiene Márquez los dos mil millones de pesos, se quedará sin atender el problema de la seguridad? ¿Sólo los arcos detectores pueden ser la solución?
El planteamiento es un atentado contra la lógica, el sentido común y la inteligencia de una población que observa cada vez con mayor preocupación que sus altas autoridades no se muestran a la altura de los retos del momento.
Menos imaginativa que Márquez, pero con mayores ineficiencias se muestra la flamante alcaldesa de León, la priista Bárbara Botello, que a un mes y una semana de haber tomado posesión sigue sin director de la policía municipal, por una lamentable falta de previsión que pudo haberse evitado.
Este fin de semana la ciudad enfrenta una agenda por demás compleja de eventos coincidentes que llevarán a esa ciudad a decenas y quizá centenas de miles personas, a lo largo del puente vacacional. Ya se ha anunciado un despliegue policiaco para atender el Festival del Globo, el Buen Fin, el partido de regreso de la primera fecha de la liguilla y varios eventos artísticos, sin embargo, hará falta coordinación a nivel ejecutivo.
Queda el consuelo de que la población de Guanajuato y los visitantes que acuden a divertirse y hacer compras, tienen un nivel de comportamiento sobresaliente, como lo han mostrado históricamente. Sin embargo, no estaría de más que los gobernantes se pusieran a la altura de los ciudadanos y utilizaran los recursos y el poder que ha sido puesto transitoriamente en sus manos, para abonar a la cordura y no al desorden.
Van empezando, pero ojalá aprendan pronto.