Se tardó, pero todo indica que finalmente el dirigente estatal del PAN, el capitalino Gerardo Trujillo Flores, está asumiendo la responsabilidad que implica la dirección de un partido político que perdió posiciones importantes en las elecciones y que necesita una conducción firme para detener la balcanización que ya se encontraba en proceso.
La decisión de detener la negociación en marcha entre Bárbara Botello, alcaldesa electa del PRI; y Miguel Salim, candidato perdedor de la elección, para ubicar como contralor a Guillermo Romero Pacheco, un ex funcionario foxista que ocupó el cargo de síndico en la planilla del PAN, parece la primera muestra de una decisión para imponer intereses estratégicos sobre los meramente coyunturales.
No había ocurrido así en el caso de Cortazar, donde un Trujillo ocupado en otros menesteres fue sorprendido por una convocatoria exprés para elegir al nuevo dirigente municipal, cargo que fue literalmetne asaltado por José María Anaya, el ex secretario de Desarrollo Agropecuario que compitió por la alcaldía y perdió.
Sin embargo, León no es Cortazar, parece haber pensado Trujillo, quien si hubiera permitido que prosiguieran los atrincheramientos de ex candidatos, indefectiblemente habría cedido parcelas de decisión que terminarían por vulnerar su margen de maniobra y su autoridad.
Otra muestra de la decisión del dirigente estatal panista para sentar las bases de un liderazgo real, fue cuando intentó detener el protagonismo del nuevo secretario de Obra Pública del gobienro del estado, quien empezó a denunciar corrupción en la dependencia que recibió cuando ni siquiera se había sentado bien en la silla.
Aunque Trujillo no logró frenar el protagonismo desmedido de un Arturo Durán que parece presa del síndrome de abstinencia de reflectores por los largos años que pasó en el sector privado tras su polémico desempeño como director de infraestructura vial en la década de los noventa, por lo pronto ya marcó un deslinde que en su momento le servirá.
En efecto, la búsqueda de corrupción por causas mediáticas regularmente termina donde empezó pero puesta de cabeza: con los funcionarios que hicieron las denuncias acusados de encubridores al no llenar las expectativas siempre exageradas de los torquemadas mediáticos.
En todo caso, si se fuera a hacer una investigación a profundidad de un caso real de malos manejos, lo aconsejable sería la actitud contraria: primero la búsqueda de elementos probatorios y al final los anuncios espectaculares. Este no ha sdo el caso y de allí la calificación de “novatada” aplicada por el dirigente panista.
Con ello, Trujillo mantiene abiertas las líneas de negociación y diálogo con todas las corrientes de su partido, las que se fortlaecen en el nuevo gobierno y las que tocan retirada de momento. A final de cuentas, ese es el trabajo de un líder político que se precie de serlo.