El primer debate entre candidatos a la gubernatura ocurre en un momento crucial de la campaña. No obstante la feria de encuestas donde hay de dulce, chile y manteca, se logra apreciar a través de la maraña de cifras que las preferencias se están apretando.
Incluso en la que puede ser considerada la encuesta”panista”, que es el tracking diario de la empresa Data Opinión Pública y Mercados, propiedad de Pablo Parás, la diferencia entre los candidatos del PRI-Verde y el PAN-PANAL ha disminuido de 30 a 14 puntos.
Otras encuestas, aparentemente independientes, hablan ya de una diferencia menor al dígito. Así puede verse en la más reciente realizada por el diario El Universal, que le otorga 8 puntos de ventaja a Miguel Márquez sobre Juan Ignacio Torres Landa.
En esas condiciones, cuando se registra la elección más competida desde la extraordinaria de 1995, cuando Vicente Fox se impuso a Ignacio Vázquez Torres, la asignatura del debate puede cobrar una gran importancia, si lo saben aprovechar los participantes.
A diferencia de lo que ocurrió en el encuentro de candidatos a la alcaldía de León, donde el nerviosismo y la falta de capacidad argumentativa de Bárbara Botello no le permitieron sobreponerse sobre un Miguel Salim al que prácticamente ha alcanzado en las preferencias de voto, hoy Juan Ignacio Torres Landa tendrá que emplearse a fondo y con una estretagia que equilibre agresividad con propuesta, para acabar de meterse en la pelea.
Hay que decir que el acercamiento entre las dos principales fuerzas políticas se debe a factores ajenos y no a aciertos del PRI: en primer lugar el propio desgaste panista; y en segundo, el oxígeno que el PRI había venido recibiendo de su candidato presidencial y su carrera como puntero, por cierto frenada a últimas fechas.
Ya es hora, entonces, de que algo aporten los candidatos priistas de Guanajuato si quieren retar en serio al panismo, pues la táctica de “ir a las caiditas” parece agotada.
Miguel Márquez, por su parte, saldrá a los dos debates, el de hoy y el del próximo domingo, con la consigna de escurrir el cuerpo, pegarse a las cuerdas y no hacer caso de los ataques. el panista, sobra decirlo, no buscará ganar el debate, sino que va a no perderlo.
Ese es el escenario que prefigura lo que podría ser uno de los momentos culminantes de unas campañas que hasta hoy tienen como principal característica la mediocridad y su consecuencia, el aburrimiento.