Conocida a trasmano, la lista de los aspirantes del PRI a una diputación por la vía fácil, la de representación proporcional, levantó un revuelo que unió a aliados y viejos enemigos en contra de la dirigencia formal de ese partido y de su candidato a la gubernatura.
La decisión, consensada entre Juan Ignacio Torres Landa y el presidente del PRI nacional, Pedro Joaquín Coldwell, soliviantó a tirios y troyanos.
Nadie discutió el derecho del candiato a designar en la primera posición a Jorge Videgaray Verdad, su coordinador de campaña, no obstante sus devaneos panistas del pasado reciente. A final de cuentas, Torres Landa se ha propuesto rescatar a “los panistas de bien.”
Pero a partir de la segunda ubicación, destinada a la regidora capitalina Erika Arroyo Bello, empezaron los problemas. Los adversarios internos del senador Francisco Arroyo Vieyra, padre de la aspirante, impidieron la realización de la asamblea de la comisión política permanente del consejo priista: allí se formaron los candidatos al senado Miguel Ángel Chico Herrera y Claudia Brígida Navarrete, así como la aspirante a la diputación plurinominal federal, al igual que Arroyo, María Elena Cano Ayala, con el pretexto de respaldar al dirigente cenecista Rigoberto Paredes Villagómez.
El líder campesino quería la posición dos o la tres, donde se ubicó al dirigente provisional del PRI, Javier Contreras, quien no acaba aún de apagar los incendios de las fórmulas municipales y ya sale a flote con una curul segura apenas con un mes al frente del cargo.
Tanto la selección de Erika Arroyo como la de Javier Contreras inconformaron a Yulma Rocha, quien fue enviada hasta una cuarta posición, que en la práctica se convertirá en la séptima, tras la inclusión de los tres primeros segundos lugares de la contienda constitucional.
A la resistencia de Rocha a ocupar la cuarta posición, se sumaba anoche el profesor Alejandro Arias, líder del movimiento territorial, que no aparecía en la lista, aunque aparentemente podía disputar el quinto lugar con el cenopista Adrián Camacho Trejoluna.
Llaman la atención dos cosas en el frustrado proceso que deberá culmimar el día de hoy a más tardar: la ausencia de Juan Ignacio Torres Landa para asumir la responsabilidad de las decisiones y hacerle frente a los reclamos; y la lección que envían los dos principales responsables de la estrategia electoral torreslandista, el presidente del PRI y el coordinador de la campaña, al hacerse de posiciones seguras que les darán un cargo aunque se pierdan los comicios de julio próximo.
La conformación de la lista plurinominal del PRI parece más transparente que cualquier encuesta sobre las expectativas reales que los prohombres priistas tienen sobre la suerte de la próxima elección. Lo que se ve, no se pregunta.