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Campañas en el arrancadero

In Análisis Político on abril 16, 2012 at 4:43 am

Las cosas parecen por demás claras en las estrategias de los principales candidatos contendientes por la gubernatura de Guanajuato, a partir de sus primeras acciones de campaña y la constitución de sus equipos.

Miguel Márquez tiene el objetivo de controlar el voto duro panista y desde allí hacer lo que se pueda con el votante switcher, que por lo menos en las dos últimas elecciones ha sido mayoritariamente favorable a sus colores, pero que hoy pinta para tornarse priista, seducido por la imagen ligera y altamente mediatizada de Enrique Peña Nieto.

La gran preocupación de la campaña blanquiazul en Guanajuato es el comportamiento de Josefina Vázquez Mota en el escenario nacional, que podría arrastrarlos si continúa tanto en caída como en estancamiento.

Lo peor que le podría ocurrir a Miguel Márquez y su proyecto de ser gobernador de Guanajuato es que Andrés Manuel López Obrador rebase a Josefina y capitalice el voto útil del antipriismo. En un cierre electoral del PRI contra la izquierda, el voto de los ciudadanos de Guanajuato que han favorecido al PAN en el pasado, podría ir a dar al PRI en cascada.

Juan Ignacio Torres Landa, por su parte, no parece concederle una importancia excesiva al voto controlado por las tribus priistas, a las que desdeña abiertamente como protagonistas de la operación electoral. De allí su alejamiento de las disputas internas en las que se cuecen los dirigentes de sectores y de comités municipales en la pugna por asientos en las planillas municipales y en las listas de candidatos al Congreso.

Apela al voto duro que no ha cambiado ni en las peores crisis de su partido, como en 2006, y que ronda los 400 mil votos. Pero sabe, por encima de todo, que su trabajo como candidato consistirá en tratar de duplicar o triplicar ese universo apelando al votante que no es controlado por ninguna franquicia ni se identifica con ellas. De allí su insistente llamado a “los panistas de buena fe.”

La composición de ambos comités de campaña demuestra de manera palmaria ambas estrategias.

Miguel Márquez apeló al mensaje de reunificación entre las corrientes y grupos del PAN, quizá con la única excepción del Yunque, el cuál está siendo marginado incluso en la nueva administración interina de Héctor López Santillana, como se vio con el cese de Juan Carlos López Rodríguez este fin de semana, el poderoso coordinador de Políticas Públicas de Juan Manuel Oliva.

El candidato panista aparece como el heredero del olivismo en cuanto a sus redes panistas, pero no tuvo empacho en convocar a líderes que han mostrado oposición al gobernador con licencia ya sus aliados de ultraderecha, como Javier Usabiaga, Carlos Medina o Mayra Enríquez.

En ese sentido, la reunificación panista parece sólida, incluso sin la presencia de José Ángel Córdova Villalobos, cuya popularidad, más externa que panista, se diluyó notablemente tras sus devaneos con el PRI de hace unas semanas.

Torres Landa, por su parte, ni puede ni quiere reunificar al PRI. Una foto con los liderazgos a los que venció en la carrera interna de poco le sirve para generar votos. Por eso parece estar concentrado en la preparación de una mercadotecnia que lo acerque con capas del electorado alejadas del tricolor desde hace más de tres lustros.

Su equipo de campaña no es de políticos profesionales, salvo las excepciones de Jorge Videgaray, que lo es a medias, y Yulma Rocha. Los restantes son profesionistas expertos en sus áreas: un mercadólogo, un comunicólogo experto en temas de transparencia y acceso a la información, un empresario del sector financiero, entre otros.

Así, mientras Márquez presentó una recomposición del panismo en su equipo, Torres landa lo que exhibió, sin hacerse presente, fue un equipo operativo ajeno al priismo. Es de esperarse, con esas diferencias, una campaña más terrestre del panista por un ataque más mercadológico y mediático del priista.

El antecedente se encuentra justo en Querétaro, donde tienen su asiento la mayor parte de los intereses empresariales de la familia Torres Landa. Allí, el actual gobernador José Calzada logró superar al panismo gobernante a base de un trabajo de mercadeo político realizado por nota.

Las encuestas que se conocen hasta ahora, dos solamente, coinciden en darle la ventaja al PAN sobre el PRI y a Márquez sobre Torres Landa, con la única diferencia del margen de distancia.

Una, publicada en el Heraldo de León y atribuida a la empresa Data León, le otorga al PAN 19 puntos de ventaja. La razón social, poco conocida, puede ocultar una filtración de parte de la propia campaña marquista de sus encuestas internas. La otra, aparecida en Milenio y realizada por GCE, empresa de Liébano Sáenz y Federico Berrueto, le da al candidato oficialista sólo 8.5 puntos de ventaja.

Llama la atención, finalmente, la relación de cada uno de estos candidatos con su  representante presidencial: mientras Miguel Márquez le ofrece votos a Josefina Vázquez Mota, Juan Ignacio Torres Landa parece más bien querer cobijarse en la campaña de Enrique Peña Nieto.

Así están las asimetrías de blanquiazules y tricolores en Guanajuato y en el país, así parten y así se observa su estrategia en estos primeros esbozos de la campaña. Lo demás está por venir.

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