Prácticamente desde su creación, a fines de los años 80 del siglo pasado, el Partido de la Revolución Democrática ocupó la tercera posición política en la entidad, detrás del PAN y del PRI, logrando llevar legisladores al Congreso local y gobernar en algunas alcaldías de la entidad.
En 2009, tras una política de alianzas con otros partidos a nivel local y nacional, el perredismo bajó por primera vez su posicionamiento en el estado, siendo desbancado por el Partido Verde, lo que agudizó notablemente las contradicciones internas, como ocurrió a nivel nacional.
Este domingo, el partido de izquierda en Guanajuato celebró su cambio de dirigencia. Resultó triunfador un empresario del transporte originario de Cortazar, Hugo Estefanía, con el apoyo del alcalde de Valle de Santiago, Fernando Arredondo Franco, y de su corriente, Democracia Social.
En la lucha nacional de expresiones perredistas, las famosas tribus, Estefanía ha quedado alineado, junto con Arredondo en el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador y que disiente de la dirigencia formal perredista.
Se trata, para todos los efectos, de un verdadero cambio de poder al interior de este partido, gobernado la mayor parte de su existencia en Guanajuato por la corriente Nueva Izquierda, mejor conocida como Los Chuchos, por algunos de sus líderes.
Pero, antes que pensar en las aventuras nacionales, el reto de la nueva dirigencia sería el de regresar a una senda de mayor contacto y penetración de este partido con la sociedad de Guanajuato a todos sus niveles, algo que sigue siendo un pendiente para este partido, tras más de 20 años de existencia.
Para ello independientemente de la estrategia lopezobradorista a nivel nacional, ya de por sí un duro hándicap para que el PRD sea simpático a un electorado como el guanajuatense, se requeriría que en lo local Estefanía estableciera un discurso diferenciado.
Ello abriría posibilidades, sin ninguna garantía por supuesto, para una mejor interlocución con una comunidad que, con todo y sus carencias, se ha mostrado históricamente refractaria a las radicalizaciones.
También habría que prevenir sobre el método político del principal aliado de Estefanía para ganar el consejo político de este domingo, el alcalde vallense Fernando Arredondo, quien sin hacerse presente hizo sentir su forma de conquistar voluntades.
Aunque los perredistas perdidosos no salieron esta vez directo a los tribunales para impugnar el triunfo, ni anunciaron manifestaciones, lo cierto es que en el ambiente pesó el hecho de que los recursos económicos de Arredondo, antes al servicio de los Chuchos y hoy respaldando a López Obrador, se impusieron como siempre.
En su gestión, Miguel Alonso Raya supo meter al PRD en la agenda estatal, sobre todo gracias a su buen manejo de medios, a su sentido de los tiempos políticos y a su capacidad argumentativa bien entrenada en el foro nacional. Sin embargo, ni siquiera con ello obtuvo logros electorales significativos, más allá del posicionamiento geográfico perredista en el sur del Estado.
Las alianzas con el PRI y otros partidos, como en San Luis de la Paz, Guanajuato y San Miguel Allende, han sido armas de doble filo, sobre todo en los dos primeros municipios que cuenta con administraciones y alcaldes verdaderamente desastrosos.
Con todo y ello, el PRD parece no haber tocado fondo. La definición del nuevo dirigente, en la línea de Andrés Manuel López Obrador, de cancelar las alianzas; el discurso radical de esta expresión política, que ya fracasó en 2006 en Guanajuato; y el provincianismo rampante de Fernando Arredondo y su grupo, podrían hacer de esta nueva etapa del PRD una ruta directa al desastre electoral.
Se trata, en definitiva, de primeras impresiones que se ratificarán o se verán desmentidas por la actuación del transportista Hugo Estefanía en las próximas semanas, pues el tiempo apremia.
Habría que decir que quien sale perdiendo de una mayor disminución de la izquierda es el de por sí desdibujado equilibrio del sistema de partidos en Guanajuato y, con ello, los ciudadanos que deberían de ser su razón de existir.
Botepronto
Por si algo le faltara al decepcionante alcalde de Guanajuato, Nicéforo Guerrero Reynoso, ahora se le ha formado un grupo dentro del mismo PRI, que en la tónica de los grupos organizados de la sociedad civil que se han opuesto a sus trapacerías, se ha autodenominado Salvemos Guanajuato.
Encabezado por el ex alcalde Arnulfo Vázquez Nieto, la agrupación integra a numerosos priistas, incluso algunos de ellos que apoyaron a Nicéforo en su campaña, como la ex diputada María del Carmen Moreno. Se trata del primero deslinde, de muchos que se esperan, con la desastrada administración actual.
Y, aunque no lo dicen, el movimiento pretende evitar el castigo electoral sobre el PRI por los yerros de Guerrero Reynoso, algo que, en definitiva, se observa demasiado complicado a estas alturas.
En medio de ese panorama, la agrupación Guanajuato somos todos, que cuenta en Facebook con más de 4 mil seguidores, se constituyó ayer como una Asociación Civil para mantener la alerta sobre las renovadas amenazas de urbanizar la zona ecológica de la Bufa.
No dejará de ser una notable ironía que el mayor legado de Nicéforo a una ciudad que no supo gobernar, vaya ser el notable impulso que sus acciones dieron a la autogestión de la sociedad capitalina. No hay mal que por bien no venga.