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Alejandra Reynoso: fin de juego

In Análisis Político on mayo 6, 2011 at 5:11 am

Bastó un tropiezo, el de la reunión de hace ocho días en Salamanca a la que sólo llegaron 17 de los cincuenta consejeros panistas convocados, para que Juan Manuel Oliva decidiera olvidar cualquier idea de abanderar la candidatura de Alejandra Reynoso a la dirigencia estatal del PAN.

Tras de analizar lo poco que trae en el brazo su secretario particular, Román Cifuentes, el mayor impulsor de la idea de plantarle cara a Gerardo Trujillo, el instinto político de Oliva empezó a trabajar otra vez y aparentemente habría hablado ya con Reynoso para retirarle su patrocinio.

Una evidencia clara de esa decisión fue la que se dio a mediados de la semana con la reunión a puerta cerrada entre Oliva y Trujillo, aprovechando una reunión del grupo parlamentario panista en Silao.

La determinación olivista originó una nueva reunión de los consejeros que se han reunido en torno a la diputada Reynoso, también llevada a cabo en Silao este miércoles, con el alcalde Juan Roberto Tovar como convocante.

Sin embargo, cuando todo hacía indicar que podía darse un desistimiento y la opción de buscar la fórmula de unidad, con la secretaría general como espacio a negociar, la Güera sorprendió a propios y extraños al dejar en claro que sigue en pie de lucha.

Con esta decisión, lo que queda en evidencia es la posición del ala más integrista del panismo guanajuatense, que ante la amenaza de verse marginada en el próximo recambio administrativo, parece querer llevar las cosas al límite.

La noticia que surge, en medio de todo este enredo, es la del posicionamiento de Román Cifuentes como el nuevo mensajero del Yunque ante Juan Manuel Oliva, ocupando el espacio que quedó vacante con la salida de Gerardo Mosqueda.

Con ello, el secretario particular adquiere un aura que lo sitúa por encima de Alberto Diosdado y Juan Carlos López y se convierte en un factor de equilibrio dentro de la administración frente al grupo que logró la salida de Mosqueda.

Los poderes de Cifuentes, sin embargo serán limitados por la misma evolución del tiempo, pues a poco más de dieciséis meses del fin de la administración, muchos secretarios han adquirido vuelo propio y capacidad de maniobra, como es el caso del procurador Carlos Zamarripa y el responsable de Gobierno, Héctor López Santillana.

Tampoco podrá tener demasiado ascendiente sobre Miguel Márquez Márquez, el secretario de Desarrollo Social y precandidato a la gubernatura, de quien el jefe de la antesala olivista se ha distanciado a causa de su intenso activismo de las últimas semanas, que lo ha llevado a confluir en más de una ocasión con Ricardo Torres Origel.

Pueden pasar muchas cosas aún, pero todas ellas tendrán su origen en esta fractura de lo que durante la última década fue un bloque homogéneo en la cumbre del poder en Guanajuato.

Botepronto

El delegado priista Javier “el negro” Santillán sigue conociendo de cerca al folclórico priismo guanajuatense al que le han enviado a padecer. Esta semana, en la reunión con los alcaldes priistas, el obnubilado edil de Pueblo Nuevo, Leonardo Solórzano, le plantó una regañina por no haberlos recibido en cuanto llegó.

Los discursos circunspectos y formales del político tradicional que es el jalisciense, poca mella hacen en un priismo al que los años en la oposición y el abandono de sus dirigentes nacionales, lo han tornado mostrenco y huidizo

Ha tenido que ser el dirigente estatal, José Luis González Uribe, con la experiencia intensiva que le han dado sus dos años al frente de este partido en la entidad, quien ha debido sacar del apuro al que venía al rescate de los tricolores locales, según sus fans.

Lo evidente, por lo pronto, es el hecho de que el movimiento del CEN priista para alinear a los guanajuatenses ya quedó, por donde se le vea, en agua de borrajas.

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