
* La pandemia se desborda ante la complacencia de la autoridad
* Espaldarazos cada semana de Diego a Zamarripa y lo que falta
* Crisis de partidos: la oposición se desarma en Guanajuato
1.- El semáforo rojo fue regateado por semanas y ya se ven las consecuencias
Hasta el 25 de diciembre se decidió el gobierno del estado a regresar al semáforo rojo en materia de movilidad y actividades productivas en Guanajuato, sin embargo, ni siquiera así se tomaron decisiones claras para regresar a un confinamiento preventivo.
El rojo de fines de 2020 e inicio de 2021 simplemente parecía amarillo, ni siquiera naranja, y en algunos casos hasta verde. Las calles, como las plazas comerciales y los tianguis, seguían llenas.
Estaba visto que los ciudadanos de las diversas comunidades de Guanajuato no podían ni querían regresar al encierro. Cuestiones económicas y de cansancio influían decisivamente para seguir en una normalidad llena de riesgos, como se ve hoy en los picos de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos.
A principios de la pandemia, el gobierno de Diego Sinhue Rodríguez tomó medidas drásticas sin que le temblara la mano: detuvo el rally automovilístico internacional del que la entidad es sede hace más de una década, paró las clases, prohibió actividades no esenciales y dispuso de un programa de auxilio económico mediante créditos a empresas.
Ahora la situación es más complicada que en aquel momento y, además, se conocen mejor los efectos del virus y la afectación en la sociedad. Sería el momento de definiciones como las de la primavera del año pasado, así como de echar mano de los recursos públicos para respaldar el freno a la actividad económica y no limitarse a los simples llamados a la responsabilidad individual.
Ante las complicaciones para contar con la vacuna suficiente en los próximos meses, solo quedan las medidas preventivas, las cuales se podrían soportar con la certeza de que hay señales claras de que la pandemia podría ser controlada en el mediano plazo.
Es momento de que el gobierno asuma plenamente sus responsabilidades y sus potestades y que los ciudadanos lo entendamos.
2.- Nuevo respaldo público de Diego a Zamarripa, ¿hace falta?
En una circunstancia política ortodoxa, los funcionarios escogidos por el mandatario del estado para despachar en su gabinete deberían aportar trabajo y resultados para fortalecer a la administración en su conjunto y, por ende, al titular del Poder Ejecutivo.
No pasa así en el Guanajuato gobernado por Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, donde la mayor parte de los secretario son llevados a remolque por la estructura del gobierno y sus logros no existen o se desconocen.
El colmo es el área de seguridad, donde el secretario de despacho, Álvar Cabeza de Vaca, y el fiscal autónomo, Carlos Zamarripa, designado por el Congreso bajo la línea política emitida por el gobernador, tienen que ser respaldados una y otra vez ante la permanente crisis en la que mantienen sumido al estado.
Esta semana no fue la excepción. Después de la elevación del todo de catástrofe que produjeron las masacres del arranque de año, los asesinatos de policías y la ejecución del diputado panista Juan Antonio Acosta Cano, el gobernador se ha lanzado de lleno a abordar el tema de la seguridad y, explícitamente, a poner parte de su exiguo capital político en las quebrantadas cuentas de Zamarripa y Cabeza de Vaca.
En la graduación de cadetes de la Agencia de Investigación Criminal, que dirige el hombre de confianza de Zamarripa, José Antonio Torres Ramírez, el gobernador volvió a hacer público un voto de confianza al fiscal autónomo, enfrentado a críticas y reclamos de renuncia hasta de sus aliados, los diputados del PRD.
La impresión que queda cuando se hace el recuento de las innumerables ocasiones en que Sinhue, quien no acaba de consolidar su mandato, ha debido salir a blindar de las críticas a Carlos Zamarripa, es que no se trata de una opción, sino de una obligación.
La permanencia de un fiscal que no ha dado resultados ni a los ciudadanos ni al partido político que lo sostiene contra viento y marea, a quien además hay que salir a defender constantemente ante la evidencia permanente de su falta de eficacia, solo puede explicarse por compromisos extra políticos.
Debe recordarse que Carlos Zamarripa fue un factor fundamental para la llegada al poder de Diego Sinhue Rodriguez Vallejo justo cuando logró detener una averiguación presentada en la Procuraduría General de la República por delitos electorales, después de que fue destapada la estrategia que desde la secretaría de Desarrollo Social se llevaba a cabo para fortalecer la imagen del entonces titular.
El escándalo, motivado por una investigación del diario A. M. forzó la renuncia de Sinhue a la SEDESHU a fin de proteger el proyecto trazado por Miguel Márquez para su sucesión. La denuncia presentada entonces por la secretaria general de Morena, Alma Alcaraz, fue frenada por Zamarripa quien convenció al procurador priista, Alberto Elías, de que declinara la competencia al estado.
Previamente el IEEG y el TEEG ya habían “perdonado” a Sinhue por la contratación del venezolano Pedro Silva a través de su empresa Ser’Tech, para promocionar al todavía funcionario público y fortalecer su imagen mediante programas oficiales.
Así que, ciertamente, es mucho lo que le debe Diego Sinhue a Carlos Zamarripa y lo está pagando con intereses.
3.- Hegemonía panista más que por virtudes, por defectos de la oposición
La política hizo crisis en Guanajuato con la incapacidad de las oposiciones para generar siquiera un mínimo discurso alternativo frente al deterioro de la gobernanza democrática que ha producido la permanencia del PAN como fuerza hegemónica en Guanajuato.
Como en los viejos tiempos del PRI, la oposición política ha devenido ni siquiera en testimonial, sino simplemente en vividora, en comprable a precios cada vez más baratos por los políticos panistas dueños del presupuesto, los cargos y las promociones políticas.
La crisis se refleja también en el intercambio de franquicias, en el agudizamiento descarado del chapulineo o brinco entre partidos, en el intento por seguir interminablemente en la nómina, aunque ya no se representa a nada ni a nadie.
Hoy el único lugar donde hay competencia, es en la larga y agónica carrera por ocupar posiciones seguras: un primer lugar en la lista plurinominal al Congreso y en la de regidores, porque se sabe que los triunfos y la alternancia es hoy asunto de otra galaxia.
De las ideas ya ni hablamos, no se distinguen izquierdas, centros o derechas. Los ecologistas extinguen proyectos de rellenos sanitarios y avalan privatizaciones, la izquierda y el centro entregan la gestión de los derechos humanos al PAN. Los liberales masónicos caminan de la mano del Yunque.
Las personalidades tampoco distinguen a los partidos: el oportunismo es la constante, junto con la ambición y el terror al desempleo, a sufrir como cualquier ciudadano fuera de la nómina, a no ser como esos a los que pretenden engañar asegurando que los representan.
Y el PAN gobernante, tampoco sabe que en la quiebra de la competencia lo único que crece es su propia incompetencia.
En medio de la pandemia y con el estado soliviantado por la violencia, llegamos a una elección que renovará muchos cargos, pero ninguna idea.
¿Cuánto más aguantará este deterioro? ¿Hasta dónde dará nuestra capacidad para tolerarlo?
¿Estará la respuesta en el viento? O quizá ya ni siquiera.
Sobre todo aquí, la responsabilidad está en los ciudadanos: los desterrados de la nómina gubernamental de los grandes salarios, los de a pie, los del sudor de la frente. Entonces: Conservar la sana y abierta mente; expeler palabra de verdad para contagiar a otros y hacerlos libres, desconfiar y no usar el tapabocas de Twitter, facebook o católicos simuladores. Se hace conciencia al hablar.