Durante los próximos doce meses, la alcaldesa priista de León, Bárbara Botello Santibáñez, tendrá un foro inmejorable para posicionar su imagen y su proyecto político a nivel nacional.
A partir de este lunes representa a los dos mil 473 municipios de México y sus autoridades, incluyendo las 16 delegaciones del Distrito Federal, como presidenta de la Conferencia Nacional de Municipios de México (CONAMM), organización que aglutina a las diferentes instancias partidistas en las que se asocian los ediles de todo el país.
No se trata de un encargo menor, como lo probó ayer el hecho de que en su asunción estuvieron presentes el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; y los dirigentes de los principales partidos del país.
La priista guanajuatense hizo planteamientos audaces, como cuando pidió un alto a la cultura del “moche”, el término asignado a la generalización de una conducta en torno a la gestión de recursos presupuestales adicionales a las participaciones normadas en ley, la cual consiste en cobrar o exigir comisiones por los montos obtenidos, tanto por gestores particulares como por los propios legisladores federales que aprueban los fondos.
Botello ofreció la creación de mecanismos para que los municipios reciban directamente los recursos, evitando intermediación. Los alcaldes no pueden vivir en el chantaje, expreso con vehemencia.
Hasta allí todo bien, parecería un reclamo que ninguna autoridad municipal se negaría a suscribir, aunque el término de un año en el que estará al frente de la CONAMM, parece poco para lograr un verdadero cambio en los mecanismos que han gobernador hasta ahora la relación entre los distintos niveles de gobierno del país, donde el municipio sigue siendo el patito feo.
Lo delicado vino después, cuando en la rueda de prensa que siguió a su toma de posesión, la alcaldesa de León no pudo sobreponerse a sus cuitas personales y, abandonando la representación que le fue otorgada, aprovechó para dirimir sus litigios con el gobernador panista de Guanajuato, Miguel Márquez Márquez.
Tras de lamentar lo que llamó una situación general en la que las entidades federativas no bajan los recursos de forma oportuna y suficiente a las tesorerías municipales, la guanajuatense se refirió a su caso particular: “En el caso de Guanajuato, el gobierno del Estado ha otorgado a León recursos que no corresponden al tamaño e importancia económica que representa el municipio.”
A mayor abundamiento agregó que en 2013 “León sólo recibió 27 millones de pesos de recurso estatal.”
La afirmación, dicha en el foro nacional, seguramente abrirá una nueva polémica como las que nos tienen acostumbrados Márquez y Botello. Sin embargo, lo relevante no será cuánto dinero otorgó el estado a León para obras en 2013, sino la decisión de la alcaldesa de convertir la representación de los municipios de México en un ariete para resolver cuestiones particulares.
Son este tipo de fijaciones las que no dejan crecer a Bárbara Botello y las que obligan a previsiones a sus interlocutores nacionales. En momentos en que lo que priva en el país es un ánimo concertador y de búsqueda de pisos comunes, aún entre una parte de las izquierdas, el temple combativo de Botello, que con frecuencia llega a ser rijoso, es lo que le impide volverse confiable para sus padrinos en el gobierno federal.
¿Tenía caso sacar a relucir sus diferencias con Márquez en un evento nacional? ¿Será esa la nota del evento? ¿Es tan grave la marginación a la que se dice sometida? ¿ O sólo se pone en evidencia una gran alta de imaginación para colocar el tema de acuerdo al momento y a lugar?
No lo sabemos pero por lo pronto, como le ocurre a menudo, Bárbara Botello echa a perder sus mejores logros o los empaña por su falta de continencia verbal y su carencia de sentido de la oportunidad.
Lo peor de todo es que esa situación es perfectamente conocida por los funcionarios del gabinete federal quienes por más que quieren ayudar a su correligionaria, muchas veces no encuentran ni cómo hacerle.