Este martes se reunieron en la finca particular de la alcaldesa de León, Bárbara Botello Santibáñez, una docena de delegados federales. Los funcionarios fueron convocados para recibir un agradecimiento por el apoyo federal otorgado al municipio durante el primer año de la actual administración.
Hasta allí, nada del otro mundo. Sin embargo, llama la atención que entre los invitados se encontraran los dirigentes del PRI en la entidad: el presidente interino del comité estatal, Rubén Guerrero; y el delegado del comité nacional, Pablo Moreno Cota.
En el viejo esquema político, de antes de la alternancia, nadie tomaba a mal que el PRI pareciera ser una oficina más de las dependientes del Poder Ejecutivo Sin embargo, en pleno siglo XXI no deja de haber mucho descaro en el hecho de seguir manejándose de esa forma.
¿Qué hacía la dirigencia de un partido político en medio de una reunión de trabajo entre un gobierno municipal y representantes del gobierno federal? ¿No podía la alcaldesa, una destacada priista, mantener reuniones separadas para no contaminar?
Se ha dicho con insistencia que la estructura de los delegados federales está pensada como una fuerza de tarea electoral, que en un momento dado puede fortalecer las posiciones de un partido político de cara a la próxima cita en las urnas. Solo de ser así, sería explicable una reunión formal de coordinación entre los delegados federales, una alcaldesa y los directivos del PRI.
Otra lectura sería que ya la presidenta municipal de León está convertida, de facto, en una jefa política de la estructura tricolor en el estado. Demasiado temprano.
Por lo demás, parece que el tema a nadie extraña. Los diversos medios publicamos la noticia con gran naturalidad. El dato venía en el boletín de prensa de la alcaldía, con la lista de los asistentes.
Lo terrible, lo lamentable, es que después de tantos descalabros, sigamos tolerando como sociedad la partidización de la vida pública sin ningún gesto de protesta. ¿Cómo vamos a priorizar las verdaderas necesidades del país, si a cada paso las decisiones públicas están marcadas por criterios no sólo partidistas, sino abiertamente electorales?
Una clase política que solo está pensando en las próximas elecciones, de manera flagrante está posponiendo la posibilidad de planear y de decidir políticas públicas de largo plazo, que son las únicas que pueden impactar de manera decisiva en la realidad.
Parece preocupante que el regreso del PRI al poder signifique tan abiertamente el regreso del patrimonialismo y la simbiosis entre partido y gobierno. Sin embargo, más escandaloso aún, parece que eso a nadie le llame la atención.