Algo extraño debe estar ocurriendo en el ánimo del ex gobernador de Guanajuato y ex rector de la máxima casa de estudios, Juan Carlos Romero Hicks, para aceptar el insulso activismo universitario al que lo han obligado algunos de sus acólitos, ex funcionarios de sus administraciones, quienes desean volver a los altos cargos y los buenos sueldos, usando como ariete el prestigio del hoy senador por el PAN.
Primero fue el intento de postularlo a un doctorado Honoris Causa, por la misma casa de estudios a la que dirigió, lo que no sonaba nada bien en términos académicos e incurría en un vicio que del que el propio Romero fue siempre muy crítico: la endogamia curricular.
Sin embargo, los problemas no eran sólo de corte académico, las cosas se pusieron feas más bien por la parte política. La mayor parte de los promotores del doctorado romerista trabajan cerca y se identifican con las aspiraciones del rector del campus Guanajuato, Luis Felipe Guerrero Agripino.
Desde la pasada elección de rector general, Guerrero se encuentra en un activismo incesante que no se ha detenido ni siquiera después de la elección de José Manuel Cabrera Sixto, con quien gusta de competir en cada pulso que se presenta bien sea para nombrar integrantes de los consejos universitarios o direcciones de división y de carrera.
Así, la anexión de los romeristas y del propio Juan Carlos Romero como símbolo viviente, a los afanes políticos del rector del campus Guanajuato, se ha convertido en una forma de retar al rector general, quien ha tratado de mantener distancias con sus antecesores.
La campaña para promover el doctorado de Romero Hicks nunca fue un acontecimiento académico, sino que siempre incurrió en las bajezas de una campaña política y de proselitismo dentro de la Universidad, lo que sin duda acarreó muchas molestias de los académicos químicamente puros, quienes no entendía porque el respetado ex rector dejaba que su nombre fuera empleado para fines que nada tenían que ver ni con la excelencia universitaria, ni con un reconocimiento unánime y espontáneo.
Lo que se originó fue una innecesaria exhibición para el senador panista, por cierto actual presidente de la comisión de educación de la Cámara Alta. Las cosas, sin embargo, no pararon allí.
Hoy se conoce una nueva convocatoria para hacerle otro “homenaje” a Juan Carlos Romero, de parte de la Fundación Universidad de Guanajuato AC, presidida por el ex director de la preparatoria de León, Sergio Mora Cázeres, la cual agrupa a profesionistas egresados de la institución.
En una convocatoria que circula ya en correos electrónicos, por cierto con un formato que más que sencillo resulta deplorable para tratarse de una asociación de universitarios, se invita al sexto encuentro anual de egresados, denominado “El llamado de la colmena”, el próximo 28 de septiembre en el edificio central de la UG.
De acuerdo al programa, primero se realizará un “Acto Académico”, a las 2 de la tarde en el Salón del Consejo “en el cual estaremos homenajeando a tres egresados distinguidos: 1. Lic. Juan Carlos Romero Hicks. 2. Lic. Luis H. Ducoing Gamba. 3. Dr. Aranda de la Parra.”
Los convocantes parecen no saber que Romero Hicks tiene el grado de maestro y, por si algo faltara, ignoran el nombre de pila del doctor Aranda de la Parra: Alberto.
Tras la “homenajeada” a los dos ex gobernadores, uno del PAN y otro del PRI por aquello de los equilibrios, y al exitoso empresario médico, los asistentes al evento, que desembolsarán 300 pesos por persona, se tomarán una fotografía en la escalinata acompañados de una estudiantina, quizá en la continuación del “acto académico”.
Tras eso, ya liberados de tensiones, convivirán en una comida en el patio del Ex Convento jesuita, aledaño al edificio de rectoría.
Sin duda se trata de un oportuno y necesario desagravio al senador Romero Hicks, tras el desaire a sus altos méritos académicos. Lo que ya no suena tan bien es que lo emparejen con un ex gobernador priista que no brilló ni por su trayectoria universitaria, ni tampoco por el buen recuerdo de su gobierno.
Sin embargo, la utilización que están haciendo de la figura de Romero los activistas de Luis Felipe Guerrero tiene una única finalidad: atraer al grupo de presión que aún responde a los intereses y la influencia del ex rector, aprovechando su actual desamparo, a fin de aumentar el frente que conspira abiertamente contra Cabrera Sixto.
Si algún día llegara a ocupar la rectoría general, el mayor estorbo que tendría Guerrero Agripino sería, precisamente, el de Juan Carlos Romero, por lo que estaríamos viendo como se libra de él y de sus alfiles a las primeras de cambio. De momento, el ex gobernador panista es un buen compañero de viaje, después, ya se verá.
Por lo pronto, nada cuesta esta clase de homenajes “patito”, para un político cuya hambre de reconocimientos deja ver que la vocación de servicio no era más que el disfraz de una muy acentuada vanidad.