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Las razones de Oliva

In Análisis Político on abril 4, 2012 at 4:05 am

Aunque Juan Manuel Oliva trató de explicar ante propios y extraños la pertinencia de su renuncia al gobierno de Guanajuato, disfrazada de licencia que es la única figura que lo permitió, en realidad existen muy pocas justificantes de esa decisión.

El mandatario explicó en su última aparición en tal carácter que cumplió con los compromisos que asumió “incluso rebasando metas”. Empero, tal afirmación no deja de ser su visión de las cosas, con un enorme grado de subjetividad: sin duda hay logros en su ejercicio, pero también muchos pendientes.

Tan sólo habría que revisar los indicadores del sector educativo, donde por más que se haya realizado una inversión portentosa en infraestructura, se falló fundamentalmente en incrementar la calidad educativa, sobre todo en las áreas básicas, donde las mediciones oficiales y las pruebas Enlace han mostrado escasos avances y, a menudo, retrocesos.

Otro aspecto donde las cosas no mejoran, e incluso empeoran, es en el combate a la pobreza, sobre todo en los casos donde esta lacra se presenta en sus aspectos más extremos.

Oliva fue responsable de la extrema politización de la dependencia oficial encargada de gestionar los programas contra la marginación social, primero al convertirla en la plataforma de lanzamiento de su precandidato a la gubernatura, Miguel Márquez Márquez; después al usarla como premio de consolación de su candidata perdedora a dirigir el PAN, Alejandra Reynoso Sánchez.

En ambos casos, una de las  misiones más altas de cualquier gobierno en un estado y un país con altos índices de marginación, fue utilizada simplemente como una plataforma de proyectos políticos y una válvula de escape.

Se dirá que Oliva no fue el primero ni será el último en hacerlo, pero eso no justifica la impertinencia de las decisiones, la cual se refleja en los pobres resultados de los programas sociales, no obstante las ingentes cantidades de recursos públicos que se destinan a ellos.

Y de cualquier manera, aunque fuese cierta su afirmación, los guanajuatenses no le extendieron un contrato por objetivos, sino por tiempo determinado, el cual amerita cumplirse si se quiere que las instituciones de gobierno funcionen con regularidad.

Pero, por otra parte, tampoco el destino que se construyó el mandatario con licencia para justificar su prematura salida del encargo que le confiaron los ciudadanos de Guanajuato, resulta muy sólida.

Juan Manuel Oliva compartirá la responsabilidad electoral con el senador coahuilense Guillermo Anaya, compadre del presidente Felipe Calderón, quien a su vez se apoyará en el reconocido operador electoral panista Jorge Manzanera, de todas las confianzas del presidente.

Oliva, en realidad, está en la estructura nacional panista como ocupante de una posición cedida a la corriente yunquista, de la que forman parte destacadamente los gobernadores de Morelos y Jalisco, Marco Adame y Emilio González, ninguno de los cuales se atreve a dejar sus estados ante la altísima probabilidad de perder la próxima elección a manos del PRI.

En esa circunstancia, resultaba Oliva el único con posibilidades de acudir a representar a su corriente, en vista de la relativa seguridad de que en Guanajuato mantienen una hegemonía electoral sobre el PRI. Así, resulta que en realidad acudió a cumplir su compromiso con una corriente política, más que con su partido como lo aseguró.

Sin embargo, entre las prisas por salir, la ocupación de los días últimos del mandato, incluyendo la visita papal y el último informe de gobierno, parece ser que al mandatario guanajuatense se le olvidó dar cristiana sepultura, vaya paradoja, a numerosos cadáveres que traía guardados en el ropero.

De continuar tronando bombas tras la retirada de Oliva, sean mediáticas o reales, una posibilidad se cierne en su horizonte: que el guanajuatense se convierta en un pasivo de la campaña josefinista, como si no le faltaran preocupaciones.

Esa circunstancia y la necesidad de enderezar el rumbo por parte de la candidata panista, podría dejar el intento de Oliva de incursionar en la política nacional sólo en una escaramuza.

Por lo visto, entre los libros que marcaron la vida del periodista y político panista no se encontraba El Arte de la Guerra, de Sun Tzu.

arnoldocuellar@zonafranca.mx

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