A la corta edad, para los estándares actuales, de 77 años, nos dejó este miércoles un político que marcó época en Guanajuato pero que, además, era una excelente persona y un mejor amigo.
Luis Dantón Rodríguez Jaime, cuyo padre Luis I. Rodríguez no solo fue gobernador de Guanajuato sino que además un funcionario cercano al presidente Lázaro Cárdenas, siempre mantuvo una posición que podríamos llamar de izquierda dentro del priismo tradicional.
Vinculado a grupos políticos como el de los Rojo Lugo, en Hidalgo, Dantón bien pudo haber acompañado a Cuauhtémoc Cárdenas en su periplo a la oposición tras haberse confrontado con Miguel de la Madrid durante su mandato presidencial, por el giro neoliberal tomado por un partido que hasta entonces, con todos sus defectos, había defendido una ideología nacionalista y promotora de la justicia social.
Razones políticas y personales no le faltaban. Por lo menos tres años antes de la escisión que dio lugar al Frente Democrático Nacional, Luis Dantón Rodríguez encabezó a título personal una dura e inusual protesta en contra de la intervención del gobierno delamadridista en Guanajuato, que redundó en la renuncia del gobernador Enrique Velasco Ibarra, en 1984, a la que calificó como un acto de autoritarismo presidencial.
En este 2011, cuando desde cualquier trinchera se alzan las críticas más acerbas en contra del presidente de la República, muchos no pueden imaginar lo inusual y excéntrico que podía ser escuchar a un político del PRI criticando una decisión presidencial.
Más aún, aunque en Guanajuato la inconformidad se extendió entre su clase política y muchos compartían la indignación expresada por Dantón Rodríguez, a la sazón diputado federal, prácticamente nadie se sumó a su reclamo en público, limitándose a felicitarlo en privado y casi en secreto.
Por una afortunada casualidad, a quien esto escribe le tocó ser el asombrado y afortunado interlocutor periodístico de un político que se atrevía a oponerse a un gobierno federal que había utilizado la fuerza pública para intervenir el estado, deponer a tres funcionarios del gabinete y cercar al gobernador local hasta convertirlo prácticamente en una marioneta.
Las circunstancias pueden entenderse mejor si se piensa que el propio medio de comunicación que le dio espacio a la noticia, lo hizo en medio de fuertes dubitaciones de sus directivos, tratando de confirmar cada palabra dicha por Dantón Rodríguez y prolongando por espacio de media semana la publicación, todo ello no obstante que su línea editorial era fundamentalmente antipriista.
Desde luego, eran los tiempos en que el único proveedor de papel de los diarios era Pipsa, una paraestatal propiedad del gobierno. Y esa era el menor de los mecanismos de censura.
Vayan estos datos para aquilatar el valor del gesto de Luis Dantón Rodríguez, al advertir el riesgo que corría Guanajuato si las decisiones políticas se tomaban bajo el influjo de grupos con intereses muy particulares.
En la lógica del priista convencido que era nuestro personaje, ese tipo de decisiones tuvieron su colofón en la entrega del poder al PAN, por otra decisión centralista en 1991, mediante el expediente de la designación de un gobernador interino al que dio lugar la renuncia de un gobernador electo: Carlos Medina y Ramón Aguirre, respectivamente.
Desde la perspectiva de otras visiones, como la de los propios empresarios a los que insubordinó la caída de Velasco Ibarra y los impulsó a militar en la política y en el PAN, el acto de heroísmo de Luis Dantón contribuyó al clima de resistencia anticentralista que vino a culminar con las protestas en contra del triunfo de Ramón Aguirre y las irregularidades con las que se consumó.
Así es la historia: una acción trascendente siempre será poliédrica y dará lugar a numerosas interpretaciones, dependiendo del lugar desde donde se mire, a diferencia de los hechos intrascendentes sobre a los que a nadie interesa ni interpretar ni polemizar.
Por méritos propios, pero sobre todo por su gran valor cívico en tiempos difíciles, Luis Dantón Rodríguez ya era parte de la historia de Guanajuato en vida, su lamentable fallecimiento solo nos hará extrañar su vivificante compañía.
Botepronto
Finalmente, Miguel Márquez Márquez ya dio pistas sobre su separación del cargo de secretario de Desarrollo Social y la plena asunción de su precandidatura: lo hará unos días antes de la fecha que se ha fijado su principal contendiente, José Ángel Córdova Villalobos, para dejar la secretaría de Salud.
Aunque esa noticia ya no constituye ninguna sorpresa, ante el solapamiento de las precampañas encubiertas y el traslape entre actos oficiales y actos estrictamente políticos sin duda será sano que se autolimite tanta hipocresía.
Así que, a partir de octubre, todavía sin convocatoria, veremos a los dos principales aspirantes del PAN iniciar su carrera parejera. Entre más se tarde en hacer lo propio el senador Ricardo Torres Origel, menores serán sus posibilidades de incidir en la justa.
Serán por lo menos tres meses de una extraño interregno legal donde veremos a los candidatos con amplia exposición, pero sin saber de donde provienen los recursos que se están gastando. Si alguien cree que esto es un avance de nuestras prácticas políticas, estará profundamente equivocado.