La primavera aún no llega y el calor político ya se desbordó, por lo menos en los dos principales partidos de Guanajuato. Los diferendos públicos en el PAN y en el PRI auguran una aguerrida temporada que ya no cejará hasta la elección de los candidatos a la gubernatura, a principios del próximo año.
Llama la atención que la dinámica de confrontación de los actores públicos se centre en este momento entre correligionarios, dejando de lado casi por completo el debate interpartidista, no obstante haber temas en la agenda como el cuarto informe del gobernador Juan Manuel Oliva, los cambios en su gabinete y las varias crisis municipales que están vigentes.
Un ejemplo de la hipersensibilidad del momento se vio en la protesta laboral, llevada a cabo con mucho artificio, por el sindicato de la Secretaría de Salud federal, con claras alusiones a su titular, el panista guanajuatense José Ángel Córdova, que fue tomada como una maniobra del nuevo titular local de Salud, Éctor Jaime Ramírez Barba, en apoyo al precandidato Miguel Márquez Márquez.
El movimiento ni siquiera tenía referentes en el estado, pues los reclamos se focalizaban en otras entidades, sin embargo aquí se realizaron paros y protestas de la sección 37 del SNTSS , dirigida por Martín Cano, “en solidaridad” con sus compañeros, lo que no dejó de interpretarse como una clara intención de dañar a Córdova en la entidad que busca gobernar.
Una reunión de Ramírez Barba con el mismo sindicato en esos días, donde los líderes reconocieron la buena disposición del nuevo secretario, agregó más leña al fuego, pues hacía aparecer al funcionario olivista como “padrino” de las protestas.
El roce llegó a niveles tales que debió ser desmentido por el vocero de la Secretaría de Salud del Estado. No es para menos, si un sector tiene la obligación de coordinarse de manera precisa, es precisamente el de los servicios de salud, por las múltiples interconexiones de programas, presupuestos e infraestructura. Nadie saldría ganando en un pleito de barriada entre Córdova Villalobos y Ramírez Barba.
No fue la primera vez que un incidente, fortuito o planeado, tensa las relaciones entre niveles de gobierno. Ocurrió en el pasado con el municipio de León; ocurrirá en el futuro con dependencias federales, máxime si se piensa que muchos de sus responsables en el estado ya vienen con la encomienda de trabajar para el doctor Córdova y que los tiempos políticos entrarán en barrena en los meses que vienen.
El PRI anda por las mismas. En León, como se ha comentado con amplitud, la fragmentación ha llegado a tales niveles que ya incluso las corrientes se subdividen. Los seguidores de Bárbara Botello están enfrascados en una batalla de acusaciones personales que se ventila en los medios, diluyendo por completo el capital político de la ex candidata.
A nivel estatal, incluso con lances nacionales, el conflicto de personalidades entre los dos priistas más conspicuos de Guanajuato, el senador Francisco Arroyo Vieyra y el diputado Gerardo Sánchez García, tiene entrampados procesos de renovación como el del Frente Juvenil y los comités municipales de Celaya e Irapuato.
En estos momentos, Arroyo está preocupado porque el alcalde guanajuatense, Nicéforo Guerrero, ha violentada la secrecía a la que está obligado un servidor público y ha boletinado las cuentas de predial de las propiedades del senador en la capital del Estado, para propiciarle ataques, lo que también se atribuye a las alianzas entre el edil y el líder cenecista. El tema motivó incluso una protesta verbal de Arroyo al propio Guerrero en un restorán de Celaya.
Como puede apreciarse, la temporada que se viene se anuncia nublada y con amenazas de tormenta, en todos los frentes.
Botepronto
De las diversas elecciones municipales de aspirantes al consejo estatal panista una de las más competidas, sin duda, es la de León. Todo se debe al ingrediente que le pone el hecho de que se postule un nuevo enfrentamiento entre el alcalde Ricardo Sheffield y el dirigente panista Miguel Salim, el tercero desde su carrera por convertirse en candidato a la alcaldía en 2009.
En el entorno de Sheffield cada vez queda más claro que fue un error el haber asumido este reto, sobre todo después de la derrota en la búsqueda de la presidencia del comité municipal, donde Mario Sopeña, respaldado por Sheffield, mordió el polvo frente a Salim en persona.
Ahora, con más datos en la mano, el temor de los guardianes de imagen del hiperactivo edil no es sólo que vuelva a perder frente al también director del ISSEG, colocando el marcador uno – dos en contra, sino que incluso se fragüe una maniobra desde el salimismo para hacer quedar a Mayra Enríquez por encima de Sheffield en la lista. Esa sí sería creatividad con la marca del Oriente milenario.