En la larga era priista se volvió una constante la crisis de los gobiernos locales al entrar en la recta final de su periodo. Había una explicación mecánica y política: los sexenios de Guanajuato se entrelazaban justo por la mitad con los presidenciales, lo que originaba que un mandatario estatal conviviera cómodamente tres años con el Tlatoani que lo había colocado, para luego enfilar al cierre con un presidente en ascenso que lo desconocía. Lee el resto de esta entrada »
