Suele ocurrir que el máximo responsable de un encargo público es el último en enterarse de las sutiles variaciones que se producen en los equilibrios de poder conforme pasa el tiempo.
A menudo deben ser eventos traumáticos los que obliguen a los altos funcionarios a reflexionar sobre aquella vieja verdad que retrata la locución latina Sic transit gloria mundi: Así pasa la gloria del mundo. Lee el resto de esta entrada »
