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Villarreal o la frivolidad

In Análisis Político, POPLab on julio 28, 2019 at 11:53 pm

A Luis Alberto Villarreal el gobierno de San Miguel Allende debe parecerle una monserga. Para empezar ni siquiera lo buscaba, pues su intención, truncada por Ricardo Anaya, era ser diputado federal y regresar a la palestra nacional.

En una muestra de la prepotencia con la que los panistas gobiernan Guanajuato, al gobernador Miguel Márquez y al candidato Diego Sinhue Rodríguez se les hizo fácil hacer la catafixia y sin consulta alguna le endilgaron a su partido en San Miguel de Allende la candidatura de los dos Villarreal: Ricardo a la diputación federal y Luis Alberto de regreso a la alcaldía.

Ilustración: @PincheEinnar / https://einnar.poplab.mx/

La marca, que pese a todo tiene su potencia, permitió que ambos hermanos llegaran a sus objetivos. Sin embargo, a diferencia del menor, el mayor ya no tiene la paciencia para lidiar con una sociedad participante y crítica como la de la principal ciudad turística de Guanajuato.

Por ello, Luis Alberto se regodea en los controles rurales de su partido, haciendo giras por las comunidades, las que por cierto tienen serios problemas con el agua contaminada que consumen, pero que se siguen alegrando de que el alcalde las visite.

Y cuando no está en el campo, Villarreal tiene otras distracciones. Hace viajes al menor pretexto y la opacidad de su municipio, donde las leyes de transparencia parecen no existir, le permiten mantener las cosas bajo control.

Solo en junio y julio ha estado tres semanas fuera de San Miguel de Allende, con pretextos de promoción turística que en verdad están resultando inútiles frente a los graves problemas que sufre la ciudad y el municipio.

El mayor de ellos es el de la inseguridad, pero no faltan otros. Instalar parquímetros virtuales o propiciar la llegada de vuelos en jets privados a un aeródromo aledaño al casco urbano, son acciones que modificarán los encantos de San Miguel que tan atractivo lo hacen para un sector de alto poder adquisitivo.

Las preocupaciones de la administración Villarreal parecen dos: tomarse las cosas con calma surfeando sobre los problemas y convertir a la ciudad en una oportunidad de negocios.

En el plan no parecen estar los habitantes de San Miguel de Allende, sus preocupaciones, el deterioro de su cotidianidad, su seguridad y ahora hasta su vida.

Por eso vemos como le ha estallado al alcalde entre las manos una protesta de policías que, tras el asesinato de dos de sus compañeros a manos de delincuentes, han decidido hacer públicas las condiciones precarias en las que trabajan.

La primera reacción del edil (normal en él) fue culpar del problema a la prensa y lanzar la vieja falacia de que ventilar los problemas “ayuda a los delincuentes”, cuando en realidad lo que más ayuda a los delincuentes es que existan esos problemas.

Gobernar en los tiempos que corren se ha vuelto una tarea difícil, de tiempo completo, de paciencia, de dedicación, de imaginación y debería ser también de honestidad y sobriedad.

Pasar de largo haciendo como que se gobierna, tomarse las cosas a la ligera, disfrutar del poder y pensar en sacarle raja continuamente, es la mejor fórmula para construir crisis duraderas.

Ya no es la década maravillosa del 2000, cuando el PAN llegaba a la presidencia de la República y se sentían en los cuernos de la luna los panistas de Guanajuato, creyendo que todo el monte era orégano.

Lo menos que se esperaría de un político como Villarreal, más allá de su historial de escándalos y la seria impronta de corrupción que dejó como líder cameral, la misma que obligó a Ricardo Anaya a hacerle el feo, sería un poco de seriedad para atender el trabajo que le encomendaron los ciudadanos de San Miguel de Allende.

Y si no está dispuesto a hacerlo, lo mejor sería que se retirara, antes de contribuir a una debacle más profunda de su partido. Desde luego, seguramente él piensa que puede con todo: los críticos, los policías inconformes y la realidad, a fin de consolidar los negocios que quiere imponer a los sanmiguelenses. La misma vieja historia.

  1. Que cínico, nos culpa del crimen en San Miguel pero para recibir los premios ganados por los ciudadanos si se va solito a recibirlos, aunque son los premios de los sanmiguelenses que hemos hecho de San Miguel una hermosa
    Ciudad, y que el se ha encargado de destruir con sus desarrollos feos, que han cambiado a San Miguel para mal para siempre. Con esa nefasta Capilla de Puedra, también nos cambio el piso del Jardín a media noche, el cual pagamos nosotros, ah y se quedó con la piedra laja que tenía. Ni a él ni a los desarrolladores les importa conservar SM. y no olvidemos la compra de votos ni los acarreados que nos han costado mucho, y un largo etcétera.

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