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Gerardo Sánchez, amlover de closet

In Botepronto on junio 11, 2018 at 3:35 am

La extraña insistencia de Gerardo Sánchez para apoderarse de las delegaciones federales en Guanajuato podría tener una explicación: la posible traición a José Antonio Meade en favor de López Obrador.

Parece que nadie se explica a qué está jugando el candidato del PRI a la gubernatura, Gerardo Sánchez García, quien se encuentra haciendo una de las campañas más grises y pobres de que se tenga memoria en la historia de este partido.

Ni siquiera la del emergente Miguel Ángel Chico, cuando debió sustituir al renunciante Wintilo Vega en el año 2006, fue tan precaria como la que se ve en este verano del 18.

Gerardo Sánchez no sale a las calles a pedir el voto, ni tampoco se reúne con auditorios especializados para plantear sus ideas sobre el futuro de Guanajuato, cosas que resultan de cajón para cualquier aspirante a un cargo de elección, máxime para quien representaba, al inicio de la campaña, la segunda fuerza política en términos históricos.

En cambio, el ex líder cenecista se ha caracterizado por profundas batallas burocráticas con la dirigencia nacional de su partido y con el gobierno federal, a fin de que se le dote de más recursos, de que se le permita manejar al partido sin interferencias y para lograr la colocación de incondicionales en las representaciones federales en Guanajuato.

¿Le darán a Gerardo Sánchez más posibilidades de remontar desde el sótano en el que se encuentra hundido la colocación de Primo Quiroz en la delegación del ISSSTE o la de Lourdes Acosta en Sedesol? Probablemente no, pero permiten colocar cabezas de puente.

Hoy, a menos de tres semanas de las elecciones, Sánchez está empleado a fondo para obtener las delegaciones de SCT y el IMSS para personeros de su confianza. ¿Servirá de algo en términos electorales? Difícilmente.

El hecho de haber podido ocupar la dirigencia del PRI con dos de sus alfiles, Celeste Gómez y Armando Uribe, tampoco garantiza una mejora en la eficiencia del aparato electoral priista, pues el tiempo perdido difícilmente se podrá recuperar.

No parece haber operación que le permita a Gerardo Sánchez salir de la franja de los 20 puntos porcentuales. Sin embargo, en la política las derrotas también dejan utilidades, como lo ha mostrado a lo largo de las años la oposición en Guanajuato, particularmente el PRI.

Hoy, la mayor sospecha que existe en el ambiente político es que las huestes del candidato priista operen en la elección nacional y no precisamente a favor de José Antonio Meade, el candidato que no quería a Sánchez en la boleta sino a José Luis Romero Hicks, el candidato que no le permitió manejar los millones de la operación electoral sino que le envío a sus representantes para manejarlos. La previsión es que Gerardo Sánchez opere en la medida de sus posibilidades para orientar votos a Andrés Manuel López Obrador.

Solo así cobrarían sentido los intentos de apoderarse de la estructura federal en Guanajuato, no para usufructuarla en los cinco meses que le quedan a la administración de Enrique Peña Nieto, sino para tratar de mantener esa estructura después, cuando AMLO asuma la presidencia.

El escenario es que ante el desmantelamiento nacional del PRI después de su hundimiento electoral, muchos de los militantes y cuadros de ese partido busquen acomodo en el frente obradorista a través de operadores como Ricardo Monreal o Marcelo Ebrard.

En ese sentido, la disputa por la administración de la fuerza política que la elección le dejará a Morena en Guanajuato podría darse no entre Ricardo Sheffield y la familia Prieto o las hermanas Vázquez Alatorre bajo la égida de Leonel Godoy, sino entre todos ellos y Gerardo Sánchez.

¿Se trata de una teoría descabellada? No me lo parece después de lo que hemos visto en estas elecciones. En todo caso, es solo un escenario que los hechos corroborarán o desmentirán en exactamente 20 días.

Veremos.

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