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Congestión 2018: aspirantes, reglas, alianzas

In Botepronto on noviembre 13, 2017 at 4:03 am

En su carácter de jugador dominante, la agenda del PAN se complica para seleccionar candidatos en medio de reglas y condiciones nuevas y ante un liderazgo debilitado e intervenido constantemente desde el gobierno estatal.

El proceso de selección de candidatos para los comicios del julio del año próximo será el más complicado desde que se normalizó el sistema de competencia democrática del México moderno, a partir de la reforma reyesheroliana de principios de la década de los 80 del siglo pasado.

A la multitud de reglas que norman los tiempos de campaña y de precampaña, la inclusión de género y de edades, la posibilidad de reelección de alcaldes y diputados locales, se suma también la variante aportada por las alianzas o coaliciones entre los partidos.

La capacidad de gestión en las dirigencias partidistas deberá agudizarse al extremo para poder procesar las distintas exigencias y, además, hacerlo en tiempo y forma. Por si algo faltara, ahora existe la posibilidad de judicializar las decisiones internas en los partidos y llevarlas a los tribunales, cuando se considere que violan derechos políticos de las personas.

Ese complejo panorama ocurre justo en el momento en que los partidos políticos muestran sus mayores debilidades como organizaciones, al haber encumbrado a individuos que han decidido anteponer sus propios intereses a los de las instituciones cuya conducción les ha sido encomendada.

Los casos más notables son los de Acción Nacional, con el liderazgo sectario y dictatorial de Ricardo Anaya; y Morena, con la conducción cuasi mesiánica de Andrés Manuel López Obrador.

El primer caso importa en Guanajuato, donde el PAN es el partido hegemónico y prácticamente único, según la célebre definición del clásico Carlos Salinas. Sin embargo, mientras Acción Nacional ostenta una dirigencia basada en el hombre fuerte a nivel país, en la entidad vive uno de sus momentos de mayor precariedad bajo la titubeante y cansina conducción de Humberto Andrade Quezada, quien parece pedirle permiso a un pie para mover el otro.

Agréguesele el hecho de que el gobernador Miguel Márquez ha elegido practicar una política de intromisión en las decisiones del PAN a través de los órganos colegiados en los que ha logrado el control copándolos con funcionarios de su administración y alcaldes afines, a fin de garantizar una sucesión a modo, y ya tenemos el panorama completo del entretenido momento que se viene.

Empecemos con el tema del género. Para empezar, entre los 26 alcaldes panistas solo 5 decidieron no hacer uso del derecho a reelegirse. Los 21 restantes son todos hombres, el PAN debe postular 23 mujeres pero debe hacerlo en forma equitativa en cuanto a la rentabilidad electoral de los municipios, lo que quiere decir que en por lo menos 10 de los 21 donde hay posibilidad de reelección, vaya una candidata mujer; así como en trece de los restantes.

Además, de darse la alianza derivada del frente ciudadano, habrá que ceder espacios, así sea mínimos a PRD y Movimiento Ciudadano, tanto en candidaturas a alcaldías como en regidurías y sindicaturas.

Las promesas de precampaña del gobernador Márquez y de su delfín, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, son otro factor de presión. Como exhibió el cumpleaños cuasiolivista celebrado ayer por Rodríguez Vallejo, son muchos los compromisos que presionan para apoyar aspiraciones.

Complicaciones mayores se presentan en la carrera por las dos posiciones en búsqueda del Senado de la República, pues en una de ellas deberá ir una mujer y para la restante hay media docena de tiradores, incluyendo al externo Eduardo Sojo, invitado por Márquez y aspirante muy del gusto de la lógica “ciudadana” del Frente. Además se trata de una posición que tendría que estar disponible para ser usada como ruta de escape de los potenciales conflictos que amenacen la designación del candidato a gobernador.

Con aspiraciones al Senado hoy se reconoce a los siguientes tiradores: Éctor Jaime Ramírez, Humberto Andrade, Luis Alberto Villarreal, Miguel Salim, Justino Arriaga, Vicente Esqueda, además del ya mencionado Sojo. Para la posición femenina están las Alejandras, Reynoso y Gutiérrez, Karina Padilla y Lorena Alfaro.

Las diputaciones federales no son susceptibles de reelección, peor todos sus integrantes buscan sobrevivir en candidaturas a alcaldes o a diputados locales, donde los actuales ocupantes buscan reelegirse.

Esta vez las candidaturas a posiciones legislativas y alcaldías del partido dominante en Guanajuato, deberán atender a dos coordenadas: la definición de la política de alianzas a nivel nacional y la oficialización del abanderado a la gubernatura. La rentabilidad electoral más que de los candidatos en tierra, dependerá de esas variables.

¿Hay en la forzada asociación de Humberto Andrade y Miguel Márquez la suficiente mano izquierda y capacidad de liderazgo para una adecuada gestión de esa compleja coyuntura, o privarán las imposiciones, la rebatinga y los manotazos sobre la mesa?

De la forma en qué se resuelva esta cuestión, dependerá la sobrevivencia de una forma de hacer política que parece haber llegado a su límite en estos años en Guanajuato.

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