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Héctor López, una reelección imposible

In Botepronto on agosto 23, 2017 at 3:55 am

Gestión deficiente y decepcionante; ineficacia para hacer y para fiscalizar; tolerancia a irregularidades; disfuncionalidad crónica y falta de base política: ¿en serio quiere reelegirse el alcalde de León?

Más por ambición de poder que por verdadero espíritu de servicio, el grupo compacto en torno al alcalde leonés Héctor López Santillana ha iniciado ya el activismo para buscar repetir en la candidatura panista en las elecciones del próximo año.

El proyecto se antoja por demás complicado, pero aún peor, también indisciplinado. López Santillana y su corte de funcionarios rémoras parecen haber decidido pasar por encima de su partido y de los planes de Miguel Márquez y de su delfín, Diego S. Rodríguez Vallejo.

En torno al alcalde se mueve el viejo sindicato de exalcaldes de León jefaturado por el síndico Luis Ernesto Ayala, que ya no cuenta con mucho músculo, pero que aún gozan de la credibilidad del inexperto político que sigue siendo López Santillana.

Por ejemplo, ese grupo dependen fundamentalmente del trabajo que realiza desde Desarrollo Social Daniel Campos Lango, alfil de Rodríguez Vallejo y quien en su momento actuará bajo indicaciones precisas de su jefe político.

Más que preocuparse por la estructura, que siempre será prestada, López Santillana tendría que estarse preocupando por sus resultados frente a la ciudadanía más allá del PAN.

Miguel Salim podría aconsejarlo en eso. Si alguien fue dueño de la estructura panistas hasta la médula, fue el hoy diputado federal, sin embargo, perdió la elección para alcalde con quien menos lo esperaba, la priista Bárbara Botello.

Sin embargo, el flanco ciudadano y de atención a la problemática de la ciudad, es precisamente el que más ha descuidado López Santillana, quien hoy no le pide mucho a su antecesora Botello en términos de escasa eficacia gubernativa, casos flagrantes de irregularidades administrativas y auge de la inseguridad.

Ahí están los casos de las dádivas a su propia hermana con la partida de apoyos a organizaciones de la sociedad civil; o la protección a su ex vocero Ignacio Camacho cuando flagrantemente ejerció la censura contra la periodista Socorro Bernal; o el perdón extendido a los beneficios obtenidos por el presidente del Consejo de Sapal, Pedro González, usando un programa de índole social para apoyo a comunidades rurales.

Hoy por hoy, y por más que pretenda distinguirse de su antecesora, López Santillana, ha mostrado que las reglas del buen gobierno pueden torcerse cuando se trata de los amigos, los colaboradores cercanos y la familia.

López Santillana ni siquiera puede presumir de eficacia para combatir los abusos de Botello, pues una y otra vez ha quedado en nada sus casos contra la ex alcaldesa, a la par que parece haber otorgado facilidades para que funcionarios sospechosos de haberse beneficiado con tráfico de influencias y decisiones de manejo presupuestal, como Roberto Pesquera y José Martínez Plascencia, pudieran escapar indemnes.

En cuanto a la eficacia administrativa, Héctor López Santillana ha convertido su gobierno, de la mano de colaboradores como Felipe de Jesús López Gómez, Ricardo de la Parra y Ramón Alfaro, en una administración verdaderamente tortuosa e ineficaz. Queda claro que sin el trabajo del “caza inversiones” Juan Manuel Fernández, el “equipo” de López Santillana no hubiera logrado la fama que hoy gustan de presumir.

Por si algo faltara, allí está el tema de la inseguridad, en el que López Santillana se ha mostrado incapaz de meter en cintura a la protegida de Álvar Cabeza de Vaca, Leslie Melchor Ibarra, la verdadera dueña de la dirección de Seguridad Pública a la que se le deben cuadrar todos los demás funcionarios, incluyendo su jefe formal, el Secretario Luis Enrique Ramírez Saldaña.

Como López Santillana no quiere hacerse cargo de la grave responsabilidad de dirigir la Seguridad Pública, renunciado así de facto a uno de los mandatos que le dio el electorado leonés, deja que el esquema de Cabeza de Vaca, disfuncional como pocos, sea el que prevalezca, con los resultados a la vista.

Y quizá el tema más grave sea el del agua. Frente a la crisis que afecta al proyecto del Zapotillo, la posibilidad de un plan b ha quedado en manos del director de Sapal, Pedro González y de su escudero, el director Leonardo Lino, quienes solo atinan a la perforación de nuevos pozos, como si no se tratara del mismo acuífero que ya se agota. Las invenciones de Miguel Márquez de una Asociación Público Privada ara relevar a Abengoa, no parecen más que otra forma de ganar tiempo y nadie está pensando en alternativas factibles y reales a corto plazo.

Así, sin resultados a la vista, con una notoria mediocridad expuesta, a contracorriente de los centros de poder panista y sin la menor imaginación, solo apuntalada en la búsqueda de conservar la chamba y no de gobernar con sentido de trascendencia, la enloquecida aventura de Héctor López Santillana para reelegirse solo puede acabar en el desastre.

Baste añadir que la precandidatura del actual edil sería la mejor manera de propiciar un regreso de Ricardo Sheffield abanderando el resentimiento de la militancia panista que nunca se ha identificado con Santillana. Podría ser peor que un triunfo de la oposición. Vaya panorama.

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