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Campaña adelantada, ideas ausentes

In Botepronto on junio 5, 2017 at 3:32 am

Se multiplican reuniones masivas del Secretario de Desarrollo Social, donde poco pueden impulsarse las políticas antipobreza, pero mucho la imagen del delfín del gobernador.

Si alguien podría representar un cambio generacional en la línea de continuidad del dominio político del PAN en Guanajuato, ese es el Secretario de Desarrollo Social y delfín de Miguel Márquez, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.

El multipromocionado funcionario tiene una carrera política que es sobre todo producto de su esfuerzo personal y de una ardua batalla como militante en el panismo leonés, hasta hace poco.

Su designación como integrante del gabinete de Miguel Márquez y su fulgurante lanzamiento como aspirante a la gubernatura, protegido por un aparato político funcional y un presupuesto descomunal, son otra cosa: ahí Rodríguez Vallejo no hubiera podido hilvanar nada si no fuera por la personalísima decisión de Márquez.

Sin embargo, más allá de la cultura del esfuerzo, combinada con la del dedazo que el PAN ha adoptado acrítica y desvergonzadamente, Diego Rodríguez tendría que estarse planteando un esquema innovador en el terreno político, simplemente para darle cuerpo al cambio generacional que por default representa.

Eso no está ocurriendo. El disfraz que el delfín marquista ha adoptado, equiparándose a un Colosio de por acá que utiliza los programas sociales para construir una popularidad artificial y un aparato de cuadros políticos, ese sí real pero igual de desvencijado que la estrategia que representa, no viene a proponer nada nuevo a Guanajuato.

Pero si a las muy escasas ideas, a las abiertas mentiras de que el programa Impulso Social ya impactó la realidad de Guanajuato, lo que es evidentemente imposible apenas a un año de su lanzamiento, se le suma el manejo de la política de adhesiones y de acarreos no del tipo olivista, que ya era una copia, sino al mejor estilo del cenecismo echeverrista, definitivamente, el representante de la nueva generación panista resulta absolutamente anticlimático.

El tema que debería estarse planteando en el seno de la burbuja dieguista, si es que existe tal cosa, es el de qué clase de gobierno requiere Guanajuato, o qué debe cambiar en la fórmula de gobernanza del PAN, solvente hasta hace algunos años pero cada vez más cuestionada, que ha terminado por convertirlo en un nuevo partido «prácticamente único».

Es claro que más allá de los deseos o las ideas políticas que pueda tener el propio precandidato, sus decisiones no le pertenecen, sino que se dividen entre un aparato tradicional cuyo principal combustible es el chambismo y el reparto de posiciones y de privilegios, y las necesidades políticas de quien le está abriendo las puertas de la candidatura al convertirlo en heredero, no solo del cargo, sino también de sus compromisos.

Las malas noticias para el PAN, no se detienen allí, en una reinvención espuria del dedazo priista bajo una fórmula degradada, la misma que hizo crisis en Veracruz, en Chihuahua, en Quintana Roo: los gobernadores que fabrican herederos, en lugar de los presidentes que designan virreyes a los que por lo menos controlaban.

El mayor mal que se observa en el PAN es que no existe capacidad para retar ese dedazo de un gobernador que solo busca cuidar sus pendientes. Hasta hace poco, un panismo relativamente motivado y digno, logró detener dedazos presidenciales y construir alternativas locales para las candidaturas, aunque luego la resultante no fueran precisamente gobernadores ejemplares, como los casos de Oliva y el propio Márquez.

Hoy, ante la decisión de Márquez de impulsar a Diego Sinhue Rodríguez, no hay quien se oponga. El otro participante, Fernando Torres, parece esperar un milagro y que Márquez cambie de opinión para impulsarlo a él, de la misma manera que lo ha hecho con su contrincante.

Hoy, lamentablemente, el PAN de Guanajuato no parece tener respuestas ante la crisis de inseguridad, ante el cuello de botella de la infraestructura, ante las exigencias de la globalización exitosa de los últimos años, ante la subsistencia y aumento de la desigualdad.

Hoy en el PAN, tanto Diego Rodríguez como Fernando Torres quieren el poder para seguir teniendo chamba ellos y sus cuates, pero a la sociedad no le han ofrecido nada.

Esa es la verdadera crisis, que además se agrava por la pobre, escasa e igual de obtusa oposición.

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