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Quinto informe: en la trinchera

In Botepronto on febrero 27, 2017 at 3:35 am

El gobernador Miguel Márquez ha llamado al PAN y sus funcionarios a cerrar filas en torno al discurso triunfalista de su régimen; algo que no haría falta si las cosas marcharan tan bien como se presume.

¿Por qué hace falta reunir a las fuerzas vivas del PAN, sobre todo funcionarios en la nómina gubernamental, para inducirlos a adoptar un discurso de defensa de la labor del gobernador Miguel Márquez, con líneas discursivas incluidas?

¿Por qué en el gobierno y en el PAN están pensando que las críticas por la inseguridad, las dudas sobre la actuación de la Procuraduría de Justicia en el caso San Miguel de Allende o las investigaciones periodísticas sobre la compra de los terrenos para Toyota y la asignación de contratos de medicamentos a solo dos empresas, forman parte de una gran conspiración en contra de Miguel Márquez?

Quizá se trata de una fenomenal ceguera de taller. O peor aún, de la esclerosis que produce el poder cuando se esta demasiado tiempo en él y además sin oposición.

Hoy para el PAN, partido que surge a la historia como el defensor de una visión alterna a la brutal hegemonía priista del siglo XX y que cosecha esa actitud de constancia y congruencia con el hecho histórico de haber propiciado la alternancia en el año 2000, la crítica es veneno puro y no es un elemento aprovechable para corregir errores y mejorar la actuación.

Hay que decir, además, que la crítica es la excepción más que la regla, pues, como ocurría con el PRI, un factor fundamental de la gobernabilidad actual se sigue basando en la gestión y el control de los medios de comunicación desde el poder.

Por eso, no se entiende que haya necesidad de movilizar a un aparato político acrítico y sometido para contrarrestar lo que se consideran “golpes» a la imagen del gobierno de Guanajuato.

Si las cosas estuvieran funcionando como se deben, las cosas caerían por su propio peso. Un PAN movilizado en torno al programa de un gobierno, motivado a participar y actuante en el armado de las políticas públicas, no requeriría esta especie de toque de diana para lanzarse al ataque.

Es más, la pintura de guerra ni siquiera sería necesaria para un gobierno cercano a los ciudadanos y comprometido con la transparencia, la honestidad y la justicia, lo que Miguel Márquez prometió en su campaña y en sus primeros meses de gobierno.

Dice Miguel Márquez en su propaganda del quinto informe de gobierno, la cual a menudo solo es una ocurrencia de publicistas y no un compromiso ético y político, que “cumple lo que promete y que va por más”.

En lo que hace a un gobierno moderno, eficiente, democrático y respetuoso de la ley, la premisa no se cumple.

Aunque nos inunden de propaganda; aunque se imponga una estética apabullante en la escenografía del próximo jueves en el Parque Bicentenario, reviviendo el día del gobernador de la era priista; y aunque el PAN uniforme su discurso repitiendo eslóganes y no razonamientos, este gobierno es lo que es.

Y, por cierto, para superar sus peores lastres, a menos que se vayan afiliar a la versión de los “hechos alternativos” de la retórica trumpianas, no vendría nada mal salir de la trinchera y tratar de ver más allá.

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