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Éctor Jaime o las ansias de novillero

In Botepronto on diciembre 14, 2015 at 3:24 am

El pastor panista en el Congreso ha mandado mensajes equivocados en el arranque de su responsabilidad; lo merman a él, pero también a su función y su proyecto político.

Despacio, que llevo prisa, dice una frase apócrifa que la leyenda atribuye a Bonaparte. Seguro que Éctor Jaime Ramírez Barba no la ha escuchado nunca o no ha reflexionado sobre su significado.

Con un ardor digno de mejor causa, el coordinador de la mayoría panista en el Congreso local tensó las relaciones con su propia bancada; le entró a una polémica innecesaria con delegados federales; le enmendó la plana al gobernador, recibiendo funcionarios para negociar el presupuesto.

Además, por si no bastaran los temas políticos, se metió con el clima laboral del personal del Congreso al aceptar propuestas para recortar el costo de la fiesta navideña, como si el ahorro de un millón de pesos fuera a compensar los desmesurados aguinaldos de los diputados o el derroche del nuevo edificio del Congreso.

Todo esto en menos de ochenta días y eso que prácticamente la oposición es inexistente. Hasta ahora, lo más cómodo para el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política es la oposición, sobre todo el PRI y el PRD, con solo algunas eventuales desconocidas de la veterana coordinadora del Verde, Beatriz Manrique.

El problema de Ramírez Barba, en realidad, no es otro que él mismo y su concepción de la política. El universitario está convencido de que es eficiente, que logra resultados y que no debe de perder el tiempo para lograrlos. Además, tiene la certeza de que todos los que le rodean deben asumir la misma velocidad, de lo contrario los hace a un lado de facto.

Esa actitud, que podría catapultar la carrera de cualquier profesional en otro terreno de actividad, en la política puede generar grandes riesgos.

El tema no es que en la política no haya que imprimir velocidad o que haya que vivir en la simulación. La vieja consigna de que “las cosas de palacio van despacio” debe superarse, pero con una dosis extraordinaria de talento político y de capacidad de persuasión por la vía de los argumentos.

Pero, además, Ramírez Barba conduce a un grupo de pares: por más que cuente con el favor de Márquez y la resignación de Humberto Andrade, su mejor desempeño tendría que pasar por respetar a sus compañeros, darles su lugar y escuchar sus posiciones.

El mayor problema para el líder legislativo es que todo mundo lo está observando como un aspirante en la carrera por la gubernatura, en parte porque él mismo se ve así; en parte porque ahí lo coloca su cercanía con Miguel Márquez, más que con el PAN.

De modo que cada uno de los tropiezos registrados más los que se acumulen, tienen doble efecto: quizá el más obvio sea el de afectar la calidad de elegible para la candidatura panista en 2018; sin embargo, el más dañino será el de lastrar a la Legislatura a la que le toca acompañar a Márquez en su cierre de sexenio.

Más vale que Éctor Jaime rectifique a la brevedad. Lo bueno y lo malo de esa asignatura es que depende en su totalidad de él mismo. Estaremos atentos.

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