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Desarrollo Económico, la secretaría concesionada

In Botepronto on octubre 19, 2015 at 3:46 am

Con dos subsecretarios de tres fieles a su compadre Rafael Barba Vargas, el gobernador manda la señal de que la SDES se convierte en una franquicia tributada al amiguismo y el tráfico de influencia.

Por lo visto en los últimos tiempos, a Miguel Márquez ya no le interesa mucho lo que ocurra en la Secretaría de Desarrollo Económico Sustentable.

A la salida de Héctor López Santillana, designó a Guillermo Romero Pacheco, un disciplinado servidor público que salvo por el exabrupto de haber aceptado una candidatura por Convergencia, hoy Movimiento Ciudadano, mantiene siempre un perfil bajo y escasamente proactivo.

Lo dejó como encargado de despacho más de medio año y recientemente lo ratificó, como si la cartera responsable del mayor boom de atracción de inversiones en la historia de México de los últimos años, no mereciese una definición expedita.

Ahora, Márquez designa como subsecretario de empleo y formación laboral a Alberto García Martínez, exgerente de de una agencia automotriz cuyo mayor mérito es ser amigo cercano de Rafael Barba Vargas, el tan evanescente como poderoso compadre del propio mandatario.

No es el primer movimiento en ese sentido, ya la designación hace dos años de Franco Herrera, otro irapuatense, como subsecretario de atracción de inversiones de la SDES, había anunciado la intención del influyente poder fáctico en que se ha convertido Barba Vargas, de involucrarse en una de las dependencias que mayores resultados le han reportado a los últimos gobiernos panistas.

Solo queda un subsecretario que no responde a los intereses de Barba, José Manuel Casanueva, quien viene de la subsecretaría de administración de la Secretaría de Finanzas, donde salió desgastado, precisamente por las impugnadas decisiones en materia de adquisiciones vinculadas a contratos multimillonarios como proyecto Escudo y los medicamentos del seguro popular.

Casanueva sabe bien quién es el Gallo Barba y su cercanía con el gobernador Márquez, por lo que difícilmente se opondrá a sus designios, so riesgo de perder un empleo prestigioso y bien remunerado.

Tampoco se observa al secretario Guillermo Romero Pacheco poniéndolo un alto a las injerencias de un empresario ajeno a la estructura gubernamental, ni alineando a sus subsecretarios para que no se desbalaguen. Ya una vez Romero pacheco probó las hieles del desempleo y es de dudarse que quiera volver a hacerlo.

La operación del famoso compadre en SDES se dejó sentir desde la última etapa de Héctor López Santillana, cuando en la adquisición de tierras para Toyota en el municipio de Apaseo el Alto intervino un desarrollador inmobiliario cercano a Rafael Barba: Daniel Esquenazi Beraha, el mismo que desarrolla el proyecto turístico de Pozos y padrino del secretario de Turismo del estado, Fernando Olivera Rocha.

El arribo de Toyota probablemente sea uno de los últimos megaproyectos que verá este gobierno en materia automotriz, por la saturación del espacio dedicado a la actividad industrial, particularmente la automotriz.

Así que la oportunidad de meter un poco de mano a la compra de terrenos a través de particulares que después el gobierno otorga como subsidio a la armadora, parecía algo que no iba a perdonar el influyente ministro sin cartera marquista.

Por ello, la salida de López Santillana a la candidatura por la alcaldía de León fue un verdadero salvavidas para el funcionario quien con una década en el cargo ya solo veía venir acechanzas desde la esfera cercana a su jefe el gobernador.

Retirado el hoy alcalde leonés y atraída su plana mayor y sus colaboradores cercanos a la nueva responsabilidad, Márquez decidió no entregar la dependencia a ningún recién llegado, sino afianzar allí a su hombre de mayor confianza, si no es que el único, el recaudador de los fondos de la campaña y probablemente el único que conoce las verdaderas intenciones de Márquez en relación con el futuro inmediato.

Con Franco Herrera y Alberto García como sus incondicionales; y José Manuel Casanueva como un burócrata que no quiere problemas, el secretario Guillermo Romero es lo más parecido a un convidado de piedra.

Como en la época del maximato callista, en Desarrollo Económico del gobierno de Miguel Márquez pronto se dirá: “aquí despacha el secretario, el que manda vive enfrente».

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